El mes de enero amaneció sombrío. Al inminente cierre anunciado por los propietarios de la librería La Isla, un emblema en Santa Cruz de Tenerife, se sumaron otros epitafios. También se clausuraban Portadores de Sueños, en Zaragoza; Semuret, en el centro de Zamora -tras una existencia de nada menos que 118 años-, y Moya, todo un icono en Madrid y la más antigua de la capital, nacida nada menos que allá por 1862.

Todas las miradas convergieron en Amazon, ese "maldito monstruo" capaz de torcer los renglones y emborronarlo todo. Pero no es algo nuevo. Desde hace años, la herida no ha parado de abrirse y ahondarse cada vez más.

Desde la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) el diagnóstico parece claro: sanear la economía.

¿Y cómo? Los analistas señalan que las pequeñas librerías están obligadas a endeudarse para mantener fondos con los que poder competir cuando un cliente pide un libro, un asunto que se considera esencial. Y eso a pesar de la apuesta constante de estos espacios por renovarse, por tirar de imaginación y reinventarse, ofreciendo valor añadido.

Pero lo cierto es que, mientras las ventas no han parado de caer, los gastos no han dejado de crecer. Una cuestión puramente mercantil.

Ahora bien, con ser importante toda esa presión que Amazon ejerce sobre el mercado, además de los cambios de hábito en la lectura y el consumo que representa la progresiva implantación y penetración de la era digital, esta crisis también es el reflejo sociológico de una población escasamente lectora. Y ahí están las cifras, que en el caso de Canarias, junto con Extremadura la comunidad menos lectora, no dejan de abrumar.

Eso sí, habrá que admitir que cuando una librería se cierra, el país se empobrece un poco más.

Una emocionante y triste carta de adiós de La Isla

Así se despedían "con el corazón en un puño y a un par de años de que nuestra familia cumpla medio siglo con la librería abierta", los responsables de La Isla, dando las gracias a quienes los han apoyado estos años, "los clientes, colaboradores y empleados que de alguna manera han pasado a formar parte de nuestra historia familiar".

Tan triste y emocionante carta aprecia la ayuda para crecer como empresa y personas, "y a desarrollar este oficio tan bonito y sacrificado a la vez".

Afirman que su sueño "siempre fue crear lectores, acercar la lectura y la cultura a la ciudad de Santa Cruz, y nos vamos con la tranquilidad y la satisfacción de haberlo conseguido".

Y se llevan recuerdos, historias, visitas ilustres, las colas interminables en Navidad... "Pero no hemos podido evitar que esto suceda".

Cuando inauguraron el local de Imeldo Serís se encontraron "con una terrible crisis que nos cogió a todos por sorpresa" y aunque se esforzaron por remontar, no lo lograron.

"Pero quedan muchos pequeños comercios que siguen luchando día a día para sobrevivir, así que queremos aprovechar nuestro cierre para animar a los tinerfeños a que sigan apoyándolos". Hasta siempre.

Pasando página

El número de lectores en tiempo libre alcanza el 61,8% de la población y crecen los lectores frecuentes, quienes leen una o dos veces por semana, el 49,3% de la población. Un 38,2% de españoles no lee nunca o casi nunca.

Mayor porcentaje de lectoras de libros en tiempo libre que de lectores en todos los grupos de edad y nivel formativo. Se mantiene la tendencia alcista de mayores de 45 años. Se observa una relación directa entre el nivel de estudios finalizados y la ratio de lectores.

La falta de tiempo sigue siendo el principal argumento de los no lectores para explicar su falta de hábito (49,3%).

Crece el número de lectores de libros en soporte digital hasta el 23,2%. El perfil es el de un lector algo más joven que el lector en papel.

El lector digital es más intensivo, lee una media de 13,2 libros al año, frente a los 11,2 del lector que solo lee en papel.

El 79% de los libros digitales leídos en el último año se obtuvieron sin pagar. Únicamente un 21% de los entrevistados señalaron que los obtenían pagando por ellos.

Actualmente, solo el 2,5% de la población de 14 o más años señala que escucha audiolibros con frecuencia al menos trimestral. Un 1,1% lo hacen al menos una vez a la semana.

La lectura en niños es generalizada. Sin embargo, comienza a decaer a partir de los 14 años. También se observa un menor uso de la biblioteca como lugar de lectura.

Jóvenes y mayores perciben la lectura como actividad que "contribuye a tener una actitud más abierta y tolerante", que es emocionante y estimulante" y "ayuda a comprender el mundo que nos rodea".

Aumenta ligeramente tanto la proporción de compradores de libros (62,4% frente al 61% anterior) como del número de libros comprados (10,3 frente a 9,4).

El servicio bibliotecario público goza de una muy buena valoración (una nota de 8,1), pero sigue reduciéndose el uso del servicio de préstamo.