El espacio tiende, de manera general, al caos. Aunque hay matemáticos que sostienen que el caos no existe, sino que tiene una pauta tan compleja que el ser humano es incapaz de percibirla.

Los astrofísicos se refieren a ese berenjenal con el nombre de entropía, que es como decir "desorden" pero en plan mucho más fino. Harían bien en darles la vuelta a los telescopios y empezar a mirar lo que está pasando en La Laguna.

Porque aquí mismo, sin necesidad de dejarse las pestañas digitales estudiando las radiofrecuencias del espacio profundo, tenemos un universo político en pleno proceso de ebullición, con estrellas muy fugaces, supernovas muy brillantes y pagadas de sí mismas y agujeros bastante negros. Durante cuatro largos años, el municipio lagunero ha sido eso, un big bang. O sea, un estampido permanente como de un petardo primigenio en unos interminables carnavales cósmicos.

De los cinco concejales con que empezó el mandato, al PSOE ya no le queda ninguno en activo. Son electrones perdidos en la inmensidad del espacio. Coalición Canaria se ha quedado gobernando más sola que una estrella enana. Y la mayor parte de la oposición se ha pasado el tiempo en la base china en el lado oscuro de la Luna buscando a ciegas la antimateria de una moción de censura que nunca pudieron encontrar.

Ahora mismo, en el municipio se están pronunciando todos los partidos progresistas que dicen estar por una confluencia de las fuerzas de la izquierda. Están trabajando en ella, como Aznar. Pero les está saliendo el guion de "La Vida de Bryan", esa famosa película de Monty Phyton en donde el Partido Judío por la Independencia compite con el Partido por la Independencia de Judea, el Partido Judeo Independiente y el Partido de los Independientes de Judea, férreamente separados por los divismos, que están antes que la liberación del yugo de los romanos. Los socialistas están saliendo del hospital. Santiago Pérez ha creado un nuevo partido. Javier Abreu va camino de hacer lo mismo. Y Podemos está terminando de peinar su confluencia de inconfluentes. No se puede ir más unidos.

El actual alcalde de La Laguna, José Alberto Díaz, tiene en su teléfono un vídeo donde un pibe resulta ileso después de sufrir las embestidas de al menos cinco toros sueltos en un encierro de pueblo. Los astados, con unos cuernos que acojonan, le meten varias sacudidas de las que va escapando milagrosamente indemne. Díaz comenta jocosamente que esa es la historia de su mandato. Y lo es. Su gran mérito es como el del concurso de "Supervivientes". Ha resistido hasta el final.

Algo debe tener la humedad lagunera que actúa como disolvente. Pocos políticos habrían podido soportar el desgaste que ha trasegado el actual alcalde, que parece tener una piel política de rinoceronte. Le han llovido las cornadas, como al del vídeo, pero sigue ahí. Y encima se lo toma con humor. Hace bien, si algo tiene que matarte, que sea la risa.