El expresidente de Bankia Rodrigo Rato ha dado detalles de la "conspiración" que en su opinión llevó a su relevo al frente de la entidad, orquestada por el Gobierno en colaboración con los principales competidores del banco, fundamentalmente el expresidente de BBVA Francisco González.

Durante el interrogatorio al que lo sometió este lunes el fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón, Rato señaló directamente a González como el más interesado en que dejara la presidencia de Bankia, dado que el consiguiente revuelo provocaría, como así ocurrió, una fuga de depósitos hacia otras entidades.

Según un documento aportado por Bankia a la causa que juzga la salida a bolsa, tras la marcha de Rato, entre el 9 de mayo y el 30 de julio de 2012, la entidad sufrió una salida de fondos y depósitos por importe de 30.332 millones de euros; de ellos, 27.273 millones quedaron en entidades nacionales.

De esa cantidad, 4.546 millones fueron a parar a BBVA, la más beneficiada, seguida de Santander (4.300 millones), y más lejos, CaixaBank (2.942 millones).

Tal y como explicó Rato en la Audiencia Nacional, González fue el primero que le pidió que dimitiera al considerar que no era buena idea que un antiguo miembro del Gobierno del PP siguiera al frente de un banco que debía ser rescatado.

Para Rato, el rescate era una falacia, ya que Bankia cumplía de sobra con los requerimientos de capital y sólo hubiera necesitado una ayuda de 7.000 millones de euros; pero en diversos encuentros con el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, en el despacho de éste, y los presidente del Santander, Emilio Botín, y CaixaBank, Isidro Fainé, le habrían insistido en que la cantidad mínima eran 15.000 millones de euros.

La cifra hacía inviable la operación, en opinión de los asistentes a dichas reuniones (tres en total, en abril y mayo pocos días antes del cese de Rato), dado que había sido ministro del PP con José María Aznar y la operación no sería bien vista por la opinión pública.

Esta versión contradice lo expuesto por De Guindos durante su declaración por escrito al juez instructor del "caso Bankia", Fernando Andreu, en abril de 2013.

En aquella ocasión, De Guindos dijo que nunca solicitó "ningún plan concreto" a Rato, si bien admitió que su departamento dialogó con la entidad sobre medidas "concluyentes y creíbles" para eliminar las dudas que pesaban sobre ella.

De Guindos destacó además que "nunca se presentó un plan de BFA-Bankia para su aprobación al Ministerio de Economía", puesto que el competente para ello es el Banco de España.

Sobre este punto discrepó también Rato en su respuesta a Anticorrupción, al señalar que sufrió presiones por parte del Gobierno para que aumentara los saneamientos "sin base legal alguna y sin la cobertura de las normas contables del Banco de España".

Cabe la posibilidad de que González tenga que acudir a declarar como testigo en el juicio de Bankia, como han pedido algunas partes, lo que se sumaría a la investigación abierta, también en la Audiencia Nacional, por la relación entre BBVA y Cenyt, una empresa vinculada al excomisario José Manuel Villarejo a través de la cual se habrían realizado escuchas a cerca de 15.000 teléfonos, así como seguimientos a empresarios, políticos y periodistas.

La relación entre Rato y González se remonta a varias décadas atrás, después de que el primero, como ministro de Economía y vicepresidente del Gobierno a finales de la década de 1990, eligiera a González como presidente de Argentaria, entonces pública, un puesto desde el que luego pasó a convertirse en el máximo ejecutivo de BBVA.

Pocos años después, en 2002, se destapó un escándalo sobre la condonación de una deuda de 312.000 euros que el exvicepresidente del Gobierno contrajo con Argentaria, lo que fue desmentido en 2015 por el entonces consejero delegado y hoy presidente de BBVA, Carlos Torres Vila.