La capital tinerfeña presta ayuda a alrededor de un centenar de menores que, por sus circunstancias personales, familiares o de su entorno social, carecen de atención fuera del horario lectivo.

En concreto, son niños de entre 4 y 14 años a los que se acoge en los cinco servicios de día que financia el Ayuntamiento de Santa Cruz en los barrios de Añaza, Ofra, El Tablero, Barranco Grande y el distrito de Anaga, y que gestionan la fundación Don Bosco y Aldeas Infantiles.

En total, y según informó ayer el concejal de Atención Social de Santa Cruz, Óscar García, la capital tinerfeña dispone de hasta 175 plazas para atender a menores con estas características, después de que se abrieran tres nuevos centros en los últimos meses.

Es decir, que aún existen "plazas disponibles", que el edil confía en que se vayan cubriendo en la medida en que se vaya conociendo una intervención que las familias y los niños "agradecen un montón".

En este servicio de día, además de darles "merienda y cena" -también desayuno y almuerzo en periodos vacacionales-, los pequeños, que llegan derivados por el Negociado de Infancia y Familia municipal, reciben un "refuerzo" de las capacidades educativas y de los hábitos saludables, entre otros aspectos.

García y Zaida González, edil de Seguridad, visitaron este martes el centro de Barranco Grande, que está activo desde diciembre, acompañados del director de la fundación Don Bosco en Canarias, Miguel Ángel Rojas.

El concejal de Atención Social indicó que "una intervención de calidad como esta, en manos de profesionales sociales, tiene una importancia evidente a la hora de educar a una edad temprana y evitar problemas más graves en la adolescencia y en la juventud".

Los objetivos del proyecto se orientan a minimizar los factores de riesgo de los menores ofreciendo un entorno seguro y estable donde los pequeños vean cubiertas sus necesidades.

Con ese fin, el método de trabajo se dirige a potenciar los factores protectores, entre los que destaca la relación con una persona adulta significativa (el educador o educadora de referencia) que reafirme al menor en la confianza en sí mismo y la motivación.

El proyecto educativo se materializa a través de actividades y programas que buscan favorecer la competencia social, promoviendo la relación con el grupo de iguales y formando en habilidades para comunicarse, mostrar empatía y demostrar afecto.

También se refuerza la autonomía, apoyando la identidad del menor, así como la capacidad de control interno, autodisciplina y control de los impulsos.

Las familias disponen, además, de un servicio fundamental de transporte, que recoge a los niños en una parada de guaguas, próxima a su domicilio o colegio, y les transporta de vuelta una vez finaliza la actividad diaria.

Según detalló Óscar García, el volumen de menores, en este y en otros programas con los que interviene el Negociado de Infancia y Familia, ascendió, a finales de 2018, a 535.

Mientras, el número de usuarios de los servicios de día desde su creación en 2013 hasta 2017 ha sido de 284. Por su parte, el número de centros ha aumentado desde 2013 (dos) hasta 2017 (4) y 2018 (5). A los cinco recursos que hay en la actualidad, avanzó el concejal, se sumarán otros dos en el futuro.