La estadística y la demografía nos dicen que el mundo, en unas cuantas décadas, quedará sometido al control de la vejez, de los que tienen experiencia acumulada y que darán un viraje en cuestiones que afectarán, tanto a las relaciones sociales como a las determinaciones políticas. Es como si de pronto nos encontrásemos a las puertas de la cosmogonía griega, donde se revitaliza en la "arete" la figura preeminente del anciano relevante por su sabiduría, y hacia el cual se dirigían los ciudadanos para obtener sus consejos y directrices.

El envejecimiento de la población, y ciñéndonos a Europa, es un fenómeno imparable, que impactará de manera imprevista, planteando problemas que las sociedades, de momento, no están preparadas para solucionarlos. En su respuesta habrá que tener en cuenta toda una serie de factores entre los que habrá que destacar las políticas sociales, en especial la de familia, y la de la salud, sin dejar en el olvido una serie de políticas de solidaridad intergeneracional.

Hay, sin embargo, un fenómeno encontrado y es que todo el mundo quiere ser o aparentar ser joven, como si se lograra la compra de Mefistófeles; y los que no lo son se someten a los planchados de sus arrugas distribuidas por las diferentes partes de su cuerpo, que cuando son exageradas bordean el ridículo y el mascareo carcajeante.

Asociar vejez con enfermedad va dejando de ser tan evidente y hay ya que comenzar a desmitificar esta cuestión. La nueva imagen de la vejez poco o nada tendrá que ver con la imagen tradicional que teníamos de nuestros abuelos como personas, tristes, solitarias, dependientes y sin recursos.

Los viejos del futuro serán menos viejos por lo que se a vecina una era donde habrá que contar con aquellos que desde tiempo, sin saber porqué, la sociedad los ha secuestrado y retenido en guetos con lo mucho que tendrán que decir y aportar.

Ejemplos de "senectos" rentables los hay a montones. Acercarse a ellos a través de la lectura y de sus trabajos es una tarea que habrá que iniciar. Sobre todo, por muchos jóvenes que sí que permanecen secuestrados por sonidos altisonantes de las músicas estridentes y que viven a espaldas de la lectura y solo preocupados por lo que prevalece en la actualidad, que es la "imagen", dejando para la reflexión muy pocos segundos de su tiempo. Si acaso.

Revisar y tener en cuenta este fenómeno social que está a la vuelta de la esquina es una tarea que deben emprender todos los gobiernos e ir pensando en adecuar nuevos retos donde la experiencia, el haber pasado por diferentes vicisitudes durante una vida, hace que esta se enriquezca y sus ejemplos y enseñanza deben estar presentes, porque el gobierno de los viejos pronto suplantará a los que hoy enmarcan sus políticas en una mera imagen casi artificial, vacía y camino muchas veces de la depresión y del desencanto.