"El Chapo", considerado el rey de las drogas tras dirigir el cártel de Sinaloa durante un cuarto de siglo, ha sido declarado por un jurado culpable de narcotráfico este martes, tras casi 40 sesiones judiciales en las que más de una docena de sus antiguos empleados y socios delataron su extensa red de operaciones y su carácter despiadado.

Se han escuchado en la sala desde crueles asesinatos de miembros de su propia familia, colaboradores y narcotraficantes rivales, hasta pormenores del transporte y distribución de cientos de toneladas de estupefacientes, o supuestos pagos de sobornos a los más altos cargos de México, como el expresidente del país Enrique Peña Nieto.

Estas historias, contadas por 14 de los antiguos colaboradores de Joaquín Guzmán, sumadas a las de otros 42 testigos de la Fiscalía, son las que han llevado al jurado a alcanzar una conclusión tras seis días de deliberaciones.

Nacido el 4 de abril de 1957 en la localidad de Badiraguato (Sinaloa, norte de México) y apodado el Chapo por su baja estatura, el todopoderoso emperador de las drogas se enfrenta ahora a una sentencia de cadena perpetua, tras ser culpable de, entre otros crímenes, enviar a Estados Unidos cientos de toneladas de heroína, cocaína, marihuana y metanfetaminas.

El juez Brian Cogan se va a tomar cuatro meses para decidir la condena final, para lo que ha convocado al tribunal el 25 de junio.

El capo creció en una familia pobre en un rancho conocido como La Tuna, y se inició en el mundo de las drogas a los 15 años cuando comenzó a cultivar y vender marihuana y opio, "la única manera de tener dinero para comprar comida y sobrevivir", según dijo en su famosa entrevista con el actor Sean Penn.

Pero el historial criminal por el que se le ha condenado no comenzaría hasta los años ochenta, como lugarteniente y hombre de confianza de Miguel Ángel Félix-Gallardo, "El Padrino", fundador del primer cártel de Guadalajara (México).

Entonces, sin apenas estudios, el Chapo diseñó una estrategia para transportar cocaína y marihuana desde Colombia a Estados Unidos en aviones, que hacían el viaje de vuelta a México cargados de dólares.

En la década de los noventa, con la detención en 1989 de Félix-Gallardo, el Chapo decidió ir por libre y crear el cártel de Sinaloa, que luchó contra sus rivales para hacerse con el control del narcotráfico en Guadalajara y que desde comienzos de los noventa transportó la droga entre Estados Unidos y México a través de túneles.

Conocido y admirado por su excéntrica vida de lujo, Guzmán amasó tal popularidad en su región que se convirtió en el protagonista de decenas de canciones, lo que no impidió que fuera arrestado por primera vez en 1993 y condenado a 20 años de prisión, desde donde siguió estando al cargo del cártel.

El poder y dinero acaparados por el emperador mexicano de las drogas llevaron a la revista Time a situarlo en 2009 entre las 100 personas más influyentes del planeta y a la publicación Forbes a incluirlo a partir de 2012 en la lista de las personas más ricas del mundo.

Más tarde saltó a la fama internacional con la serie televisiva que le dedicó Netflix, en la que se narra su ascenso y caída como traficante, además de sus escandalosas fugas carcelarias.

La primera, la de la prisión de Puente Grande el 19 de enero de 2001, y la segunda y más conocida, del penal de El Altiplano el 11 de julio de 2015, de donde salió por un túnel al que se accedía desde su propia celda.

Su último arresto, que desembocó en su extradición a Estados Unidos en enero de 2017, le ha llevado ya a pasar dos años en una unidad de aislamiento del Centro Correccional Metropolitano, en Manhattan, donde las estrictas condiciones de su encierro paradójicamente le han dado todavía más visibilidad.

Y es que las autoridades estadounidenses han impuesto un gran número de medidas para evitar que el narco dejara en evidencia a sus fuerzas de seguridad, como ya hizo con las mexicanas.

Desde que llegara a Nueva York, los abogados del Chapo han presentado varias quejas formales ante los tribunales, ya que se le ha negado cualquier tipo de comunicación con el exterior, a excepción de su defensa y alguna visita de sus hijas gemelas de siete años, aunque todo a través de un cristal.

Tampoco se le permite salir del edificio en el que está confinado, por lo que la única oportunidad que tiene de ver la luz del sol es durante sus traslados de la prisión a la corte, momento en el que le escolta un convoy de una docena de vehículos policiales, cuya marcha vigilan además helicópteros desde el aire y lanchas desde el río que cruzan.

El cúmulo de circunstancias ha llevado a que el juicio del capo se convirtiera en una atracción turística más de Nueva York, adonde se desplazaban personas para asistir al juicio y ver en vivo y en directo al mexicano y a su joven y llamativa esposa, Emma Coronel, que acudió a casi todas las vistas.

"No le dejen escapar, háganle pagar por todos sus crímenes, declárenlo culpable de todos los cargos", dijo la fiscal Andrea Goldbarg en su contundente alegato final, de más de seis horas y media de duración.

Una petición a la que los 12 miembros del jurado han respondido afirmativamente tras seis días de deliberaciones, que dejará entre rejas al más famoso capo de la droga después del colombiano Pablo Escobar Gaviria tras un largo, mediático y costoso proceso judicial.