Mantuvieron un equilibrio entre la crítica y el humor que diluyó su personalidad, reinas del humor visual. Les faltó magia, y hasta cuidar las letras en el segundo para evitar ser tan explícitas. Su primer tema, El inventario, una apuesta por la crítica que, siendo Triquikonas, deja descolocado porque de ellas se espera otra cosa. Pero el tema, de Airam Bazocchi, era una crítica social; un saco sin fondo en el que cabían aspectos como comparar la despensa de dos familias, para ahondar en la situación que se vive en los pasillos de la residencia y el hospital y también en la lista de espera. Luego referencia al alcalde de La Laguna, que cobra 80.000 euros, y meten una retahíla para decirle que le van a asignar 800 euros a ver cómo será posible llegar a fin de mes.

Y a partir de ahí, hacen un inventario de las aficiones. Pero ni nombrando a las de Mamelucos, Diablos Locos o Bambones encendieron el recinto ferial. Tras este guiño, de nuevo se fajan en la crítica social, al referirse al paro, a la corrupción y recordar que "el político cuenta elecciones". Actuación de trámite para las Triquikonas, en un tema sin chispa.

En el segundo, Las pluriempleadas, rescataron su estilo que apoya los argumentos con mucha gesticulación, en el que engarzaron golpes divertidos en un hilo conductor que versaba sobre la vida de una joven que busca trabajo. Anécdotas a las que les ponen música, como cuando dicen que les daban 120 euros por maquillar, y responden que por cobrar ese dinero maquillaban a toda la familia. En otro momento destaca el diálogo entre la madre que se encuentra de regreso con su hijo que se niega a irse a acostar.

Es una murga de humor visual que ha tenido mejores actuaciones.