Vuelta a la realidad. El Iberostar Tenerife vio frustrada la posibilidad de meterse en la primera final de Copa del Rey de su historia tras sucumbir ante el poderoso FC Barcelona Lassa (92-86). Los blaugranas volverán a enfrentarse mañana al Real Madrid (18:30 horas). Se repite la misma historia que en quince ocasiones anteriores.

Desde el inicio, pintaron bastos para un CB Canarias que no encontraba la manera de parar el torrente anotador del Barça. La defensa aurinegra no fue tan incisiva como debiera y eso se acabó trasladando en un marcador que llegó a tener 24 puntos de diferencia entre los contendientes.

La disminución de ritmo, e incluso, la dejadez del cuadro de Pesi, permitieron que el Iberostar fuera recortando puntos hasta llegar a los siete de desventaja (85-78) a falta de algo más de un minuto. Los insulares se encontraron en un escenario que no se esperaban, pero que no iban a dejar de aprovechar. Quizá fue entonces cuando los canaristas fueron conscientes de que habían dado por perdido un partido cuando aún, por tiempo, existían opciones. Esa apatía y la más que polémica actuación de los colegiados neutralizaron la remontada. El trío capitaneado por Pérez Pizarro tuvo fallos de bulto que castigaron al más modesto; la acción más protestada fue un robo de Brussino sobre Pau Ribas -a falta de 20 segundos- que interpretaron como falta. El resultado: Vidorreta arrodillado después de que el argentino le asegurara que tocó balón. La acción significó la segunda técnica y la consiguiente expulsión del bilbaíno.

En el primer acto, el Iberostar Tenerife intentó aplicar el mismo antídoto que en el encuentro que lo llevó hasta la victoria en el Santiago Martín ante el Barça Lassa. No obstante, Pesic, una vez más, demostró que no le tiembla el pulso a la hora de dejar a jugadores importantes sentados y, por otra parte, darle curso a otros que no jugaron -Kyle Kuric- o tuvieron poco protagonismo -Seraphin- ante el Valencia Basket en los cuartos de final. El técnico serbio trampeó el choque y buscó dobles bloqueos tanto en el poste alto como en el bajo para abrir espacios para los exteriores, tanto para lanzamientos desde el perímetro como para entradas a canasta.

El Barça Lassa consiguió irse de siete (12-5). El Iberostar desempeñó ciertos automatismos y equilibró la balanza al término del primer cuarto. Ninguno había alcanzado una anotación alta (17-15).

El segundo acto arrancó con la brillante actuación de Kyle Kuric -no jugó en cuartos de final-. El de Indiana, con dos triples, fue el principal artífice de un parcial de 8-1 que hacía despegar a los culés. La renta de nueve puntos (25-16) resquebrajaba a un Canarias que concedía debajo del aro y cometía pérdidas inexplicables -al final del segundo tiempo, había perdido ocho balones-. Ante la fragilidad lagunera, Hanga supo hurgar en la herida y terminó siendo un martillo pilón a campo abierto. Al descanso, las pérdidas habían supuesto doce puntos blaugranas, réditos que dieron como producto un 41-29.

La marcha a vestuarios era la mejor noticia posible para un equipo sostenido por Iverson y Abromaitis -Beirán fue desactivado-. El equipo insular salió bien y anotó dos canastas consecutivas. La respuesta no tardó en llegar a través de los triples de Pau Ribas -excelso- y Víctor Claver.

El Barça Lassa se siguió yendo en el marcador ante el rostro de desánimo de los canaristas. El preparador vasco intentó que el capitán Richotti arengara a los suyos, pero ni así. Es cierto que el Canarias subsanó el descosido en el apartado reboteador, pero no conseguía anotar y, contagiado por la dinámica y el estado anímico, no veía canasta. Este cuarto, con el parcial más elevado del partido (31-23), acabó por dar como producto un marcador de 72-52.

El ADN del CB 1939 Canarias lleva grabado el término y de pundonor. Eso, y la disminución de revoluciones del Barça -pecó de soberbia- le darían una oportunidad que ni el propio Iberostar se esperaba; Vidorreta les hizo tener fe. Una esperanza que les arrebataría ciertas decisiones controvertidas de los árbitros. El último minuto se hizo eterno y el Iberostar se puso a cinco (88-83). Sacó el Barça, Brussino robó y le castigaron con una falta que arrodilló a un Vidorreta que fue objeto de la segunda técnica. La oportunidad de llegar a la final existió, pero la ilusión entonces ya estaba perdida. No obstante, los cimientos ya están puestos.