¡Mamma mía! ¡Qué mitin electoral colectivo! Primero salió a la tribuna Fernando Clavijo, el presidente del Gobierno, para leer -léase asesinar- un documento contable de todo lo que ha conseguido el Gobierno de Canarias en casi cuatro años de trabajo. Echó sobre la tribuna del Parlamento una catarata de cifras en donde se demostraba la creación de empleo y la bajada del paro, la mejora de la Sanidad, la de la Educación, los idiomas, las energías renovables y todas las áreas del mundo mundial.

La oposición se frotó las manos. Y por la tarde fueron a por él. Primero Loly Corujo, del PSOE, que sacó la navaja barbera y se tiró a degüello pensando que Clavijo estaba dormitando. Pero nada de eso. Como siempre, el presidente va de menos a más. Corujo le acusó de falta de empatía con los más desfavorecidos. Le reprochó haber roto el pacto con los socialistas, de convertir el Gobierno en una agencia de colocaciones, de hacerse autobombo y publicidad y de haber matado a Kennedy. El presidente se despachó a gusto pero en vez de con Corujo con Pedro Sánchez, al que le dio hasta en el carné de identidad, mientras Ángel Víctor Torres, en la tribuna, estaba a punto de perder el equilibrio y caerse sobre los escaños.

El mitin siguió con Asier Antona decidido a ganar el concurso Quién es la verdadera oposición de Coalición Canaria de todos los que han cogobernado con ella. Le dijo a Clavijo que era como Alicia en el País de las Maravillas. La gente se echó a temblar no fuera que Clavijo le respondiera con otro cuento, por ejemplo el de Alí Babá y los cuarenta ladrones. Pero la sangre no llegó a los charcos. El presidente se peleó con Antona -le recordó los recortes con Canarias de Mariano Manostijeras- pero en un tono con sordina, como si supiera que pasado mañana, pasado mayo, igual se tienen que sentar a hablar de pactos.

Y por último salió Noemí Santana, de Podemos, en su línea. Clavijo gobierna para los empresarios, hay sombras de sospecha judicial sobre su pasado como alcalde, es un presidente que miente y ha protagonizado un gobierno fallido y una legislatura perdida. El presidente terminó la faena del día recordando parte del tostonazo de los datos de por la mañana y replicando que para ejemplo de políticos que mienten mucho mejor el de quien empieza en la Puerta del Sol y acaba en un chalé de Galapagar. O sea, que sacó de paseo a Pablo Iglesias.

Las consecuencias para los ciudadanos del interesantísimo debate en el que todo el mundo habló sin escuchar a nadie son tantas como ninguna. La vida institucional ha decidido transformarse en un ejercicio de onanismo político a mayor gloria del espectáculo. El mitin de ayer podría haber sido perfectamente una discusión de barra de bar. De esas de y tú más. Con la salvedad de que no habríamos pagado las copas.