ATI quiso y logró hacer justicia. Eran momentos en los que se pensaba que Gran Canaria (entonces Las Palmas) era la receptora de todos los parabienes estatales, mientras Tenerife permanecía atrabancada en el olvido. Esa, el desarrollo de Tenerife, fue la razón única del nacimiento de la formación. La burguesía chicharrera se unió en torno a un proyecto con filosofía de lobby: vamos a unirnos y a luchar por nuestros intereses. Fueron tiempos de patearse las calles, de preguntar por las penurias ajenas, de reuniones nocturnas para luchar por intereses comunes que hicieran de Tenerife un territorio sin complejos. Era echarle una mano a los sectores más desfavorecidos para lograr que fueran competitivos. Era superarse y pensar en el otro más que en uno mismo. Aquellos eran tiempos de guerrilla y de ilusión en las calles, porque ATI era, fundamentalmente, un movimiento callejero, vecinal y de cercanía. Fue la cuna del pleito insular, sí, pero era una lucha por la igualdad.

Fue un grito de somos iguales que generó un enfrentamiento insular y que llegó a tocar, y mucho, los intereses empresariales de las dos islas capitalinas convertidas en fratricidas. Venían de la UCD de Adolfo Suárez cuando se dieron cuenta de que viviendo a 2.500 km de distancia, un gobierno de corte nacional era incapaz de tratarte igual que cualquier territorio del resto de España. Es, exactamente, el mismo problema que tenemos hoy. No es cuestión de ser nacionalista, es cuestión del derecho a ser tratado de igual manera que cualquier otra comunidad autónoma. Y por eso, tras las AIC, nació CC. Para que Canarias entera luchara por sus derechos al unísono. Cuando oigo maldecir el nacionalismo integrador de nuestros nacionalistas: de CC, de NC o del PNC pienso que ojalá no hiciera falta una fuerza que reclamara lo nuestro, porque desde Madrid lo han entendido. Pero me temo que sin una voz que clame por nuestros derechos en las Cortes, eso no pasará jamás.

@JC_Alberto