"Estoy feliz". Besay Pérez (S/C de Tenerife, 1992) vuelve 12 horas después al Auditorio de Tenerife donde selló una velada inolvidable: el día que El Cabo lo ganó todo y él cosechó su 4º premio de Interpretación como solista, a los que suma otros tres terceros. En 9 años, 7 cartones. Admite que ya no es el niño prodigio, pero tiene otro reto: ser la voz del Carnaval. Sobre él pesa la responsabilidad de ser el solista más laureado en la historia de El Cabo.

Reconoce su facilidad para dar titulares. Evita la polémica. Quiere prolongar la felicidad. Dice que hay un solo Besay, combina su faceta murguera, como hobbie, con la rondallera, con vocación de artista.

¿Cuál es su sello?

Nunca me han dicho: "¡Qué difícil lo que hiciste, sino qué bonito cantaste!". Javi Hernández, mi compañero solista de El Cabo, tiene el rol para asumir repertorios muy complicados y yo tengo ese factor de público. Somos dos solistas antagónicos.

Y los dos vienen del folclore.

Ahí está la riqueza, porque no caemos en tecnicismos. Escuchas a los solistas del Orfeón y está todo muy bien ejecutado, pero le falta cariño; no es un comentario negativo. El folclore te da el poder de improvisación a costa de perder un poco de técnica. Si fueras a lo purista solo, ni Javi ni yo tendríamos premio, pero ganamos en calidez. No canto pensando dónde va cada nota; me dejo llevar.

¿Imprime carácter lograr un cuarto primer premio de Solista?

Recuerdo cuando con 8 años me dieron una placa por participar, fue la primera vez que canté con las rondallas en el Pabellón. Nunca imaginé esto.

¿Qué da la rondalla?

Te da un saber estar, tablas, la oportunidad de cantar en un Auditorio, algo que pocos pueden, y que gente de fuera de Canarias te pueda escuchar.

¿Y de quién es mérito el triunfo?

Es mérito de la idiosincracia actual de El Cabo, que viene a consolidar una manera de trabajar. He tenido la suerte de cuadrar una etapa maravillosa. Israel (el director) ha puesto El Cabo en un sitio "top", la rivalidad entre Javi y yo nos hace mejorar... ¡Tenemos 22 personas en el pulso y púa!.

¿Dónde queda el Orfeón?

El día que una rondalla consiga lo que ha logrado el Orfeón, entonces podrá hablar del Orfeón: dieciséis primeros consecutivos.

¿Se plantea un descanso?

Este año ha sido muy difícil. No he estado al cien por cien ni como se ha merecido El Cabo.

Pero parece una arrogancia, máxime cuando ganó el primero.

Mi actitud con El Cabo no ha estado a la altura que merece El Cabo. Estaba en una final de murgas el viernes, el lunes fui a ensayar y luego el viernes antes del concurso.

¿El próximo año va a elegir entre dos amores, murga o rondalla?

Voy a disfrutar este momento histórico y ya se verá.

¿Se siente el nuevo Manolo Bello?

Hay abuelas que no se acuerdan del nombre del nieto y gritan el mío en el Auditorio. Me emociona. Manolo Bello marcó una época. Yo canto en el coro con Argelio Bermúdez y Manolo Gándara... Hay una simbiosis perfecta en El Cabo. Otro de los artífices de este momento es Joe, el presidente.

¿Le gustaría cantar obras más técnicas?

Las he interpretado: "La tabernera del puerto", en 2014; "Marina", en 2015, "Ernani", en 2016... Para mí, lo que hice el domingo es difícil. Que lo haga quien crea que es fácil de hacer. Es de inteligente darle al solista lo que puede dar.

¿Se le queda corto el Carnaval?

Soy un enamorado del Carnaval.

¿Y profesionalmente?

No tengo aspiraciones de irme a cantar a la Scala de Milán.

¿Su horizonte musical son los Sabandeños, la canción lírica y las rondallas?

Mi horizonte musical ahora mismo es ser feliz, y el conformismo es una manera de ser feliz también. Disfruto de lo que hago, no puedo estar pensando constantemente qué podría llegar a hacer.

¿Se puede ser rondallero y murguero a la vez?

Sí, y lo he demostrado.

¿Y a efectos de técnica de voz?

No. Este año lo he pasado fatal porque son ensayos, nervios... Tiene que haber un poder de adaptación cuando estás en una murga y luego resetearte por completo cuando vas a la rondalla

¿Deja secuela en la voz?

Eso lo puedo hacer ahora, porque el tiempo necesario para la recuperación vocal es muy corto; cuando tenga tres años más, quizás no.

¿Le desconsuela que las rondallas no tengan el tirón de las murgas?

Sí tienen tirón, pero no podemos vivir añorando el tirón que tienen otros concursos. La riqueza del Carnaval está en que cada concurso tiene su público.

También hay quien cree que las comparsas son la modalidad que más ha evolucionado en los últimos diez años.

El gran premio de las rondallas es que haya nueve formaciones. Yo me emociono. Cuando comencé, había cinco rondallas.

¿Dónde estaban en el Auditorio aquellas murgas que cantaron en defensa de las rondallas?

En su casa, viéndolo por la tele.

¿Hay dos Besay: el murguero y el rondallero?

Hay un solo Besay: el tipo apasionado por todo lo que hace.

¿Qué le duele?

Que la gente hable mal de mí sin conocerme.

¿Qué le hace llorar?

Ya nada... Mi madre y mi abuela. Lo injusto que puede ser el mundo.

¿Qué le gustaría cambiar del Carnaval?

Nada. Todo gira en torno a lo mismo.

¿Se le ha caído algún mito en el Carnaval?

Nos hemos olvidado de que esto es Carnaval y que cada uno tiene su opinión, desde el respeto.

¿Los premios de rondallas fueron justos?

Sinceramente, la idea general de El Cabo es que no nos merecíamos el primero de Presentación. Hay que alabar y tener un respeto mayúsculo con Aceviños por cuidar el disfraz como lo hace. Y eso es loable. El disfraz, de Luis Dávila, es una obra de arte.