Me imagino a Pedro El Guapo meado de risa en la bodeguilla de La Moncloa firmando el Régimen Especial de Baleares y pensando que a los canarios les iba a sentar como un tiro de escopeta. La venganza es un plato que se come frío, pero el presidente del Gobierno no tiene mucha paciencia, así que ya ha metido el plato en el microondas, por lo que pueda pasar.

El REB, del que se acaba de aprobar el primer paquete, viene a ser una copia de la Ley de REF de Canarias y pretende consagrar un régimen de especialidades y bonificaciones para el Archipiélago balear. El cabreo de Canarias surge porque este trato de favor aparece justo cuando el Gobierno de Pedro Sánchez se ha cargado el régimen del Archipiélago. ¿Cómo puede tratar bien a unas islas situadas a 75 kilómetros de Valencia y maltratar a otras situadas a 1.300 de Cádiz?

¡Es la política, idiotas! El Sánchez político -lo ha dicho él- es un superviviente. Y todo lo hace para preservar su vida. A Baleares le ha caído la lotería porque Francina Armengol, la presidenta, es una aliada en el PSOE a la que tal vez necesite. Y de igual forma que a Cataluña la inundó de millones, pensando que con eso les ablandaría para aprobar los presupuestos, a Baleares les enchufa ahora a una serie de privilegios en la misma clave interna.

Baleares es una de las comunidades más ricas del Estado. Tiene la mitad de la población que Canarias pero más turismo -eso nos lo deberíamos hacer mirar- y una renta per cápita a la cabeza del Estado. Y además está haciendo algo definitivo. El Gobierno balear está poniendo en marcha un sistema de inmersión lingüística similar al que se lanzó en Cataluña. Si no hablas catalán olvídate de trabajar en la sanidad, la educación o el sector público. Y en el privado, cada vez más empresas se están apuntando a la catalanización. Más allá de sus derivadas políticas, pertenecer a los países catalanes permite a Baleares colocar una barrera laboral con afiladas concertinas lingüísticas. Algo que los toletes de aquí abajo lamentablemente no tenemos.

Las protestas de Canarias por el trato del Gobierno central a Baleares suenan a envidia cochina. Y lo son. Pero esta tierra tiene lo que se merece. Durante años la burguesía insular ha sido muy mansa. El nacionalismo canario es al nacionalismo lo que un convento de ursulinas al cuerpo de baile de un cabaré. Por eso llevan gobernando tanto tiempo, porque el pueblo canario ni es nacionalista ni se le espera. Hace ya muchos años que no somos un problema. Los sindicatos, los empresarios y los partidos de izquierdas y derecha son un franquiciado obediente. El turismo mayoritariamente está en manos ajenas. Somos lo que comemos y nosotros vivimos de la sopa boba. ¿Ahora nos extraña que nos desprecien? La dignidad es para animales con colmillos. Las ovejas lo que tienen es lana.