Rafael Valdenebro Sotelo era un hombre "valiente y generoso como él solo". Así lo definió ayer su hermano Miguel después del acto en el que la Policía Nacional honró la memoria del citado agente de los Tedax, al que el 24 de enero de 1978 le explotó una bomba colocada por el Mpaiac en una ventana del Banco de Vizcaya en la calle Tabares de Cala, en La Laguna. Valdenebro falleció días después en un hospital. Su viuda, María del Carmen, y sus dos hijos, Rafael, de apenas dos años en aquel momento, y Miguel, de siete meses, regresaron a Córdoba. El hermano de la víctima recuerda que "era un tiempo de mucho silencio". Como explicó el subdelegado del Gobierno, Javier Plata, la sociedad tinerfeña salda "una deuda pendiente con la historia" y con el arrojo de un profesional que, al iniciar el traslado de los ocho cartuchos de Goma2, seguramente pensó en salvar a los tres niños de corta edad que se asomaban a una ventana en el piso situado justo encima de donde se hallaba el artefacto explosivo.

El hijo mayor del policía asesinado, Rafael, reconoció que no tiene recuerdos de vivencias con su padre. El atentado se produjo apenas un par de días antes de celebrar su segundo cumpleaños. Sobre si ha pasado mucho tiempo para que se organizara este acto, prefiere decir que es un homenaje merecido y destaca la labor de "mucha gente que ha puesto gran interés en que se desarrollara; casi todas personas que no conocemos". Desde Córdoba viajaron a Tenerife la viuda, los dos hijos y cuatro hermanos de Rafael (tres varones, que también son policías nacionales, y una mujer). Rafael explica que perder a un padre genera rabia, "pero todavía siento más rabia por aquellas personas que justifican un atentado o las que pueden decir aquello de le pagaban por ello; creo que no hay nada más absurdo".

Miguel Valdenebro recordó ayer que "nos enteramos del hecho por la televisión; era un domingo por la tarde y hacía dos o tres días que había nacido mi hijo". Aquella misma noche, Miguel debía hacer el viaje desde Córdoba hasta Barcelona, donde se hallaba destinado entonces.

La fuerte explosión había afectado seriamente a la vista de Rafael. En las primeras horas se barajó la posibilidad de que fuera trasladado hasta la clínica del Doctor Barraquer, "por lo que me dijeron que era preferible que esperara" en la capital catalana. Varios días después, esa versión cambió radicalmente y "nos comentaron que era mejor dejarlo en Tenerife y que lo viniéramos a visitar aquí". Según Miguel, "cuando llevábamos dos días en la Isla, Rafael murió". Miguel confirma que quienes peor vivieron la situación fueron sus padres, "sobre todo mi madre, que se metió en sí misma".

A finales de los años 70, los atentados y la delincuencia callejera provocaron muchas muertes entre las fuerzas de seguridad. Cuando estaba destinado en Madrid, Miguel Valdenebro recuerda que en un día murieron cuatro policías nacionales que custodiaban otros tantos bancos y trataban de evitar atracos a cambio de un dinero extra.

El secretario de la Comisaría Provincial, Jesús Muñoz, agradeció a los familiares de Rafael su presencia en el evento y señaló que "el recuerdo de nuestro héroe permanecerá siempre", ya que "llevó al extremo su vocación de servicio". El comisario provincial, Ignacio Badenas Gil de Reboleño, expresó a los familiares de la víctima "nuestro respeto y recuerdo permanente". Además, deseó que "este homenaje sea una contribución de todos los días".

El subdelegado del Gobierno destacó el coraje, empatía y valentía del fallecido, a la vez que dijo que la sociedad tinerfeña estará eternamente agradecida al profesional de los Tedax por su entrega. Plata añadió que "no importa el tiempo" transcurrido desde el atentado, puesto que "la estela es eterna". Desde ayer, en la Comisaría de La Laguna, en la antigua Casa Hamilton, existe una placa que recuerda la memoria de Rafael Valdenebro Sotelo. En el evento tomaron parte agentes y mandos de diferentes unidades de la Policía Nacional.