Con las elecciones generales convocadas para el 28 de abril, Pedro Sánchez ha decidido convertir los consejos de ministras, ministros y ministres de los viernes en un órgano de propaganda de su propia campaña electoral. ¿Y por qué no? Las instituciones no pertenecen a la democracia, sino al que pueda aferrarlas con la mano firme, como dijo César cuando se hizo con el poder de la república.

Este presidente ha venido para cambiarlo todo con osadía. Nadie había publicado un libro estando en La Moncloa, pero él lo hizo sin demostrar el más mínimo embarazo por el hecho de que alguien tan joven y con tan poca experiencia a sus espaldas viniera a dictar una especie de memorias. Con el mismo desparpajo, Sánchez ha decidido que lo que le queda de estancia en el poder lo va a convertir en una campaña electoral con el dinero público. Los ''superviernes'' de los consejos de ministras, ministros y ministres servirán para aprobar decretos del Gobierno que, pese a estar en funciones, destinará fondos públicos a distintas "finalidades sociales".

¿Tiene sentido que un gobierno en funciones empiece a comprometer gasto como un loco? No les voy a aburrir: No. Primero porque no tiene el respaldo presupuestario. Una decisión política que no tenga ficha financiera es como un caldo de pollo sin pollo. El Gobierno saliente está funcionando con los presupuestos prorrogados de 2018 que son, a su vez, los presupuestos heredados de Rajoy. O sea, una chapuza monumental que ahora se convierte en un enredo muy propio de los Simpson. Ya hay un pufo de más de 20.000 millones de gasto sin ingresos y por lo visto el equipo de Pedro Sánchez no ve inconveniente en aumentar el agujero un poco más. Como si estuviéramos jugando al Monopoly.

En los viernes que quedan hasta las elecciones Pedro Sánchez se puede disparatar aprobando decretos donde se establezcan subidas salariales, subvenciones, contratos o la creación de Disneylandia en Madrid. Pero todas esas medidas van a chocar dolorosamente con la realidad en cuanto aparezca un gobierno que salga de las elecciones de abril. ¿Y si le tocara a él heredar su propia campaña publicitaria? Si ya estás de nuevo en el poder, ¡qué más da! Donde se aprobó Diego se resuelve que es digo. Que este pueblo tiene la memoria de una merluza.

Además del supermercado electoral de los viernes y las ofertas por cierre y liquidación del negocio, el Gobierno se va a entretener en esta campaña en algunas cuestiones de gran calado. Por ejemplo: sacar la momia polvorienta de un dictador del Valle de los Caídos, cosa que hará así tenga que ir con una pala el propio Sánchez. No hay nada que te haga más de izquierdas que enseñar victorioso los huesos de Franco en una carretilla. Bueno sí, luchar contra él cuando estaba vivo, como hicieron los comunistas. Pero eso ya carece de importancia. ¿Se acuerdan? Eso mismo: la memoria de una merluza.