El 1 de marzo de 2002 es probable que usted saliera de su casa armado/a con uno de aquellos microconvertidores que tenían su utilidad cuando el camarero de turno le reclamaba 1 euro o 1,30 por el mismo café que solo 24 horas antes le costaba 20 duros. Las 166,386 pesetas que se fijaron como valor referencial de la nueva moneda chifló a la población. Bastó un simple pestañeo para que un menú del día pasara de 600 pesetas a seis euros o un refresco de cuarenta duros a un euro y medio... La defunción de la peseta llegó 134 años después de su nacimiento.

Los céntimos se convirtieron en una sangría para la economía doméstica: ver la primera parte de El Señor de los Anillos, por citar un ejemplo muy cinematográfico, suponía un desembolso de 600 o 650 pesetas, hoy una entrada cuesta 8 euros, es decir, un 105% más que hace dos décadas y media. Con el debate del brexit en plena efervescencia, la única pregunta que nos debemos haces es: ¿Valía la pena iniciar este viaje hacia la Europa de la alta velocidad cuando aún no nos habíamos olvidado de las incomodidades que pasamos en los trenes impulsados a paladas de carbón?

Ya solo tiene 22 meses por delante para ingresar en una sucursal bancaria -el Banco de España estimó en su día que el 40% de las pesetas que estaban en circulación en el instante en el que germinó el euro nunca volverían a su caja fuerte- unos recuerdos monetarios que ayer cumplieron 17 años. ¡El euro está a paso de cumplir la mayoría de edad en España!