Tigaday acogió en la tarde de ayer la segunda y última salida de sus carneros, una tradición que el año pasado fue declarada Bien de Interés Cultural. Se trata de un espectáculo participativo, en el que carneros, pastores y los locos interactúan con vecinos y visitantes, con el objetivo de ir a su caza, con betún, para tiznarlos de negro.

Aday Cejas, uno de los cuarenta jóvenes que integran el colectivo que anima la calle principal de Tigaday cada Domingo y Martes de Carnaval, recordó ayer que estos personajes visten zaleas y llevan cascabeles -antes llamados hierros-. Frente a la destreza que muestran cuando se lanzan a correr a por sus víctimas, asegura que cada traje puede llegar a pesar 20 kilos. Sus rostros también están pintados de negro y parcialmente ocultos, para precisar que los locos visten zaleas o ropajes confeccionados con telas de sacos y sus rostros cubiertos de careta. Condición fundamental: mantener en anonimato la identidad. Y una advertencia: los carneros no volverán a salir de su Tigaday, ni se representarán fuera de fecha.