La churrería del Muelle fue durante años una referencia en Santa Cruz de La Palma, un punto de encuentro para diferentes generaciones ubicado junto a las antiguas canchas de la Avenida Marítima. La construcción de la nueva playa la condenó en 2012, igual que hizo con la principal bolsa de aparcamientos de la ciudad o con la propia zona deportiva, aunque durante un tiempo convivió rodeada de prismas hasta que desapareció.

A partir de ese día, su propietario recorrió oficinas institucionales, buscó el amparo de responsables públicos, se pusieron sobre la mesa diferentes alternativas que por una u otra razón nunca se llegaban a cristalizar para recuperar el negocio... Manolo, "el Churrero", tan solo quería seguir trabajando. Mantener la profesión que aprendió desde pequeño de su padre.

Ha ido pasando el tiempo. Demasiado tiempo. Se han ido años y con ellos un manantial de oportunidades, pero, a veces, muchas veces, la gente que no se rinde, que aprieta los dientes y se esfuerza, logra objetivos. En el verano de 2017, El Día adelantaba que la churrería ocuparía un local de la Autoridad Portuaria a la entrada del puerto, en la antigua estación marítima. No era un espacio cualquiera, era el mismo donde durante años estuvo ubicado el bar El Escorial con sus tradicionales bocadillos de sardinas, y sus precios asequibles para todos los bolsillos.

El plazo que se dio para que la churrería volviera a ser una realidad fue "entre dos y tres meses", que al final se han convertido, desde aquella fecha, en año y medio.

La churrería reabrió este sábado. Eran las cinco de la tarde. Han pasado más de siete años desde que tuviera que cerrar, pero el sabor del producto es el mismo de antaño. Nada ha cambiado: la mejor harina, la masa en su punto, un excelente aceite, el toque en las elaboraciones de personas que lo llevan haciendo toda la vida... Sí, para qué mentir, al cronista le gustan los churros. Esos churros.

Manolo reconocía estar "ansioso" el día de la reinauguración. "¿Cómo estoy?, ¡trabajando!", sostenía con una mezcla de satisfacción y esperanza. Hizo hincapié en que "no queremos mirar para detrás ni hablar de lo que ha pasado en este tiempo. Lo pasado ya está pasado. Ahora hay que mirar para delante y hacer lo que sabemos", cuenta evitando abrir cualquier vieja herida.

Es cierto que era Carnaval con un incremento notable de personas en la calle y que la cercanía de la churrería con la feria ayudaba, pero lo evidente es que en este primer día "la gente está respondiendo a nuestra llamada". Y raro será que no siga respondiendo.