El artista José Luis Fajardo (La Laguna, 1941) fue un gran amigo del escultor grancanario Martín Chirino (Las Palmas, 1925-Madrid, 2019), como todas las personas que formaban su círculo íntimo dada la generosidad y bonhomia que le caracterizó.

Para el pintor lagunero, la principal aportación de Chirino ha sido "su generosidad fundamentalmente y su manera de entender las relaciones humanas desde un concepto fantástico. Martín siempre tuvo una sonrisa y una serenidad especial que le permitía congeniarse con todo el mundo. También era humilde, con una gran capacidad de trabajo y respeto por todos sus amigos y no amigos".

Él mantuvo contactos personales con Chirino y Manolo Millares desde que formó parte del grupo Nuestro Arte y ya en Madrid, cuando se constituyó el grupo El Paso, en la segunda mitad del franquismo, con Antonio Saura, Millares, Rafael Canogar o Pablo Serrano, entre otros autores que se convirtieron en la vanguardia del arte en España.

"Fue un grupo interesante que duró muy poco tiempo. Fue un momento coyuntural donde se dio una mirada hacia el exterior y se empezó a manifestar y a homologar con lo que se estaba haciendo fuera. Fue uno de los primeros movimientos aperturistas del arte, al igual que los musicales y literarios. Había una enorme unidad de criterio".

Con respecto al lenguaje plástico que creó el Señor de las Espirales para dar forma a sus reflexiones existenciales, Fajardo destacó que "Martín recuperó un símbolo que es tremendamente universal, la espiral, aunque algunos nacionalismos, entre comillas, pretenden tomar posesión de la espiral como un símbolo regional, cuando es universal. La espiral ha estado siempre en todas las culturas, desde Australia a África, en todas las culturas prehistóricas".

"Lo que hace -añadió- es recuperar un símbolo que es lo infinito desde el punto de vista plástico, el origen de un punto inalcanzable. En el fondo es una manera de entender la vida y de expresarla. Creo que es un recuperador de un símbolo universal. Es lo que más me interesa de toda su obra".

También incidió en la idea de que es un error entroncar la obra de Chirino, su símbolo universal, sólo con la cultura aborigen canaria, porque reiteró que también existe en otras lejanas latitudes del mundo, incluso en Oriente o Latinoamérica con los mayas y aztecas, entre otras culturas.

"Es un error limitarlo solo a la prehistoria de Canarias. Me parece estupendo que tuviera el talento de convertir un símbolo prehistórico en algo internacional; lo que pasa es que pequeños movimientos sentimentalistas lo cogen y lo convierten en una exclusiva y eso es mentira", matizó.

La prolífica obra de Chirino tiene la fuerza del hierro, material por el que se decantó desde su primeros pasos en el mundo de las tres dimensiones, cuando acabó la carrera de Bellas Artes en Madrid y consiguió dibujar en el aire esas formas tan características de su prolífica y diseminada producción.

"Martín, como todos los que nos dedicamos a esto, nunca acabamos por contar porque nunca sabemos lo que queremos contar. Es imposible saberlo desde mi punto de vista. Ese intento para entendernos y entender a los demás y que todos los demás entiendan, porque Martín si no no hubiera insistido tanto en la búsqueda, porque su pensamiento estaba en la duda eterna, en la duda de sus trabajos".

Fajardo defendió la idea de que "todos vivimos en la duda, el que se siente poseedor de la certeza que se vaya a su casa porque no tiene nada que decir. Desde el punto de vista intelectual, lo más hermoso de Chirino era su duda en todo, porque la vanidad y la certeza están muy asociadas al mundo del arte. Sin embargo, la duda es el único territorio donde se aproxima a la verdad, la máxima sabiduría. Lo dicen desde Platón hasta Emilio Lledó".

Chirino, más conocido por su faceta como escultor-forjador, aunque hizo trabajos con bronce, también hizo dibujos, grabados y otras obras gráficas. "Tenemos cantidad de su obra gráfica. Estuvo en nuestro taller durante años y se emocionó y enamoró del mundo del trabajo gráfico con reproducciones como material para poder expandirlo y que fuera de todos desde una pieza única. Pero lo que más le interesó como material de trabajo fue el hierro, intercambiar un lenguaje con el hierro. Fundamentalmente fue un herrero, un forjador y lo heredó de su padre".

También se refirió a la etapa en la que viajó a Nueva York, en los años 60. "Iba con frecuencia a Nueva York, donde tuvo relación con la galería Grace Borgenicht, donde realizó su primera exposición individual. Allí se relacionó con varios colectivos y con David Rockefeller. Chirino no vivió en Nueva York, eso es un error, sino que iba con mucha frecuencia. Tenía esa parte anglosajona, hablaba bastante bien inglés, incluso en sus principios en Madrid fue profesor de esta lengua en un colegio, donde conoció a su futura mujer".