Más rápida que un rayo, la alcaldesa de Güímar, Luisi Castro, ha acogido en su seno al merenguero caído en desgracia, para darle la oportunidad de redimirse en su municipio. Hay que recordar que el puertorriqueño dio un espectáculo lamentable en el Carnaval de Las Palmas, y el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife suspendió las actuaciones que tenía contratadas para su Carnaval con el artista. Días antes, en Gran Canaria, y antes de subirse al escenario en una noche para olvidar, no sabía ni en qué país estaba del pedo que tenía. José Manuel Bermúdez hizo entonces lo que cualquier alcalde con dos dedos de frente hubiese hecho: suspender lo que podía convertirse en un agravio, no solo para el Carnaval tinerfeño, sino para la carrera del artista, y fue impedir que se subiera al escenario de esa guisa. Manny, según sus amigos, no tenía únicamente una cogorza, sino una enfermedad que curarse. Y si yo fuese Bermúdez, en esa tesitura, hubiese hecho lo mismo, ya que quien lo tenía que hacer (el equipo del cantante) no lo hizo.

Pero la pepera saltimbanqui de Luisi Castro, con la que me llevo fenomenal, pero que es famosa por frikadas tales como decir que si no saben qué hacer con Franco que lo entierren en Güímar (entre muchas otras perlas), es rápida en reflejos, y tras el propio Manny pedir perdón al mundo en un vídeo, ya lo ha contratado. Quiere sacarlo del bache, sin saber absolutamente nada del bache que transita. Como si en una semana se arreglara el mundo. En cualquier caso, el concierto será un llenazo en plenas elecciones. Pero no es que Bermúdez lo hiciese bien al frenar el concierto, es que también lo hizo Lope Afonso, alcalde del Puerto de la Cruz y candidato al Cabildo por la misma formación de Luisi, el PP. Y ¿algo que decir? Quizás ellos no, pero ya lo dijo Celia Cruz por todos: "que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando". Y que nadie es bueno, malo ni todo lo contrario.

@JC_Alberto