Bastó, y bastará, este diminutivo para identificar a un paisano popular y querido, Felipe López Mederos, titulado en Enfermería, que prestó servicios profesionales en el Hospital Universitario de Canarias y en su isla natal donde su muerte, tras larga enfermedad, caló hondamente entre sus innumerables amigos.

Una mañana cualquiera me sacó de la rutina una fotografía de Jorge Lozano -celoso depositario del patrimonio visual de varias generaciones, incluidos los millennials- donde siete mozalbetes con pantalones negros y camisas blancas, cinco con guitarras, componían una dinámica estampa rockera. Allí estaban Toño Bárcena, Agustín Henríquez (fallecido junto a su esposa en un accidente aéreo), Miguel Gómez, el Venezolano (nadie recuerda su nombre de pila), Pablín Arrocha, un precoz y excelente trompetista, Jorge, naturalmente, y Fifo, en la batería.

Respondí al guasap con una exclamación alegre, como en otras ocasiones ante las huellas del tiempo perdido, los testimonios de una época pobre e imaginativa en la que párvulos y pavitos se reinventaron entre gustos y carencias. La música, con tanto camino tradicional, abrió un flanco metálico y amplificado y, bajo el reinado de The Beatles, los límites resultaron más soportables.

Tardé unas horas -lo bastante para no llegar a su despedida- en reconocer que había recibido la esquela del amigo, palmero de corazón y estilo que, pese a su estado terminal, pidió el alta voluntaria para entrar, por última vez, en la nube blanca y sonora de los Indianos.

Los nombres propios de esta columna, y muchos más, estamos ligados por empeños comunes que nos acercaron a la libertad y por hitos locales que llevaron el teatro y la música a los sitios y gentes que los necesitaban.

Con la triste evidencia y por medio de su hermano Pepe López, comuniqué a su esposa Cristina Galván y a sus hijas mi pesar y esperanza, apoyadas en un adagio que concede al recuerdo valor de eternidad. Liberado de dolores y preocupaciones, sin esfuerzos ni simulaciones de fortaleza para animar a los demás, Fifo ya está con su padre, el maestro López Rodríguez, referencia musical del mayor crédito, y con sus hermanos Damián, Antonio y Juan Ramón.