La marea del amor, que lo puede todo, lo llevó desde Canarias a Madrid tras la estela de una mujer. De fondo, afirma que también "fue una excusa". Estaba reciente su primer disco, Escaparate, y aunque contaba con plaza fija de profesor decidió hacer las maletas y lanzarse a la aventura.

Ya en la Villa y Corte, Diego Ojeda (Las Palmas, 1985) consiguió trabajo como maestro, oficio que alternó con su espíritu de cantautor y poeta.

Confiesa que ha tenido cuatro claros referentes en su vida: su madre, maestra; su padre, empresario; Silvio Rodríguez, al que descubrió con Óleo de mujer con sombrero, y Mario Benedetti, que conoció gracias a un regalo en forma de libro.

Y se propuso ser como ellos. "Escribir canciones que digan y cuenten un montón de cosas".

Un buen día, de repente, advirtió que en las redes sucedía algo. "Un tipo me escribió desde México y me comentó que allí me conocían". Ni corto ni perezoso volvió a renunciar a su plaza de maestro y en 2013 ''emigró'' rumbo a las Américas. Pasado un año regresó y montó su propia editorial.

Este inquieto creador lleva una década recorriendo el mundo con sus canciones y poemas. Ciudades de España, México, Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala o Cuba (donde residió tres meses) se han convertido en escenarios vitales para este artista de referencia en el panorama musical y literario español. En diez días pondrá su huella en Argentina, Chile y Uruguay. "Latinoamérica está muy presente en mi vida", subraya.

Anoche se subió a las tablas del teatro Guimerá para ofrecer, entre otros, temas de su último trabajo, de nombre ''Manhattan'' (2018), otra isla si se quiere. "Fue el lugar en el que hice escala después de atravesar una crisis brutal en el año 2016", con un divorcio y una hija de por medio.

"Era un sueño y en seis meses hice tres viajes de ida y vuelta seguidos a Estados Unidos. Allí fue donde escribí los poemas y las canciones que forman parte de este trabajo".

Y también surgió el amor: ese motor que mueve el mundo. Y se refiere Diego Ojeda "al amor de pareja, al de familia; al amor a la vida, a uno mismo... y a la amistad".

Recuerda, acaso sea cosa derivada del cariño, que en el teatro Guimerá trabajó siendo un crío, haciendo producciones de eventos infantiles, y admite que le hace "muchísima ilusión" regresar de nuevo a este espacio.

Y cataloga sus conciertos "como un viaje emocional", con momentos "para partirse de risa o llorar, para sentir, incluso para mandarme a la mierda". Pero, sobre todo, le gusta que el público salga "de una manera diferente a como entró".

En sus canciones ya confiesa que llegó a sentir miedo escénico, hasta que entendió que la vida le había reservado ese rol de subirse a un escenario para transmitir mensajes. "Hago sentir, hago pensar, remuevo conciencias, doy y recibo luz; hablo de la vida y las emociones".

La Sociedad de Desarrollo es el organismo responsable de su presencia en Santa Cruz de Tenerife, donde además de esta actuación poético-musical, hoy, jueves, participará en las jornadas de una nueva edición de ''Tecnológica'', donde va a ofrecer una conferencia.

"Soy propietario de una de las editoriales de poesía actual más importantes que hay en España y Latinoamérica", señala.

Adelanta que explicará cuál fue la génesis del proyecto y cómo ha conseguido convertirse en un referente y, también, de qué manera gestiona su carrera, "siempre desde la independencia" y con carácter tricontinental.