Las probabilidades de que nadie supiera hasta hace unas horas quién es Tayla Harris eran bastante altas; igual de improbable como la posibilidad de que España conquiste la próxima edición de Eurovisión con La venda de Miki. Eso sí que es una Misión Imposible y no los encargos de medio pelo que le trasladan a Tom Cruise. Confieso que yo viajaba en el pelotón de los ignorantes que desconocía la existencia de la jugadora de fútbol australiano y, a la par, boxeadora. La primera referencia que tuve de la joven de 21 años fue una desafortunada imagen en la que su condición de deportista quedaba eclipsada por unos comentarios de mal gusto que cuestionaban si realmente estamos preparados para convivir en igualdad. Sí. Mucha revolución malva y 8M, pero lo cierto es que este mundo todavía está habitado por un buen puñado de cenutrios que solo ejercitan sus cerebros con frases eróticas-festivas que los definen como seres humanos.

Es cierto que el famoso eggs de Butragueño dio mucho juego hace varias décadas, pero los tiempos han cambiado. Hoy una imagen de ese calado se expande como un reguero de pólvora a través de los cinco continentes en milésimas de segundos. La "gladiadora" Tayla Harris no va desencaminada cuando habla de abusos sexuales, pero lo triste es que hoy sea noticia por una acción que la coloca en el escaparate de los deseos prohibidos de muchos internautas que no han tenido en cuenta sus méritos antes de calentar sus gargantas y afilar sus dedos en los chats.