Si los datos en el Congreso son muy elocuentes de lo que ha costado que la mujer se incorpore de verdad a los puestos de salida de los distintos partidos, en el Senado casi son peores. Solo 26 han logrado ser elegidas de forma directa en las siete Islas de las 143 actas que han estado en juego hasta ahora en el Archipiélago, lo que deja una proporción cercana a una de cada seis. Además, y en un dato que dice poco de esas islas, más allá del tirón personal de cualquier hombre o del peso histórico de cierta formación, Lanzarote y El Hierro nunca han tenido una senadora, cuando estas islas, como el resto de las no capitalinas, han elegido hasta ahora a 13 senadores, todos ellos hombres, y sin que las sustituciones compensen.

Tampoco queda muy bien La Palma, que apenas ha contado con una y, encima, reciente (María Rosa De Haro, del PP y en el mandato de 2011 a 2015), mientras que La Gomera también presenta un único nombre, el de Yaiza Castilla, si bien en dos legislaturas. Eso sí, con la salvedad de que la que surge en diciembre de 2015 apenas dura medio año por el bloqueo de los partidos a la investidura de Pedro Sánchez y la negativa de Rajoy a intentarlo. Castilla reeditó acta en 2016 y ahora vuelve a presentarse, pero hay que tener en cuenta que, con independencia de sus innegables méritos y proyección, pertenece a un partido (ASG) muy personalista por el tirón de C. Curbelo.

De más presencia femenina, aunque muy tibia si se atiende a los 10 hombres elegidos directamente desde 1977, puede presumir (es un decir, claro) Fuerteventura, que ha apostado en 3 ocasiones por mujeres. Se estrenó en el año 2000 Claudina Morales, luego consejera regional por CC, que sacó la no poco meritoria diferencia de 1.400 votos al siempre polémico Domingo González Arroyo (PP) pese a que fue el gran año de los conservadores en el país. Las otras dos veces las protagonizó la popular Ana del Pilar Padilla, que asentó en 2004 y 2008, pese a las victorias de Zapatero, la marca del PP, hegemonía que ha desplazado a AM y CC y que ratificó Claudio Gutiérrez en 2011, 2015 y 2016.

En cuanto a Tenerife, la excepción al comienzo de la democracia la protagonizó Dolores Pelayo, que logra acta en 1977 para la UCD, si bien en 1979 pasa al Congreso por esa coalición y, desde 1982, integra el PSOE y le representa en la Cámara Baja hasta 1996. No fue precisamente hasta este año, y de la mano de la socialista Mercedes Pérez, cuando la isla volvió a tener otra mujer en el Senado, elección que ganó Santiago Pérez contra las encuestas, con Pedro T. Galván (PP) dejando fuera a M. Á. Barbuzano (CC). Desde entonces, al menos, siempre ha habido una mujer y, en un cambio más acorde con los tiempos, desde el año 2015 ya doblan a los hombres elegidos (2-1).

En las elecciones del año 2000, el testigo de Mercedes Pérez pasó a la periodista de RTVE Eva Navarro, que dio el salto a la política con el PP, pasando por El Rosario, la Cámara Alta y acabando en el Puerto con su célebre, y al final roto, pacto (2007) con el PSOE de Lola Padrón. En 2004, la representación la toma la socialista Patricia Hernández, que da su primer gran impulso político y que lo reedita en 2008 con sendas victorias del PSOE.

Luz Marina Socas coge el testigo para el PP en 2011 y, en 2015, ya entran dos: la conservadora Milagros Pérez, entonces alcaldesa de Santa Úrsula y, ahora, inhabilitada para cargo público a falta de los recursos, y Olivia Delgado (PSOE). Unos meses después, repite Delgado y a Pérez la sustituye en el PP la icodense Isabel García. Parece que hay mucha más presencia, pero, en realidad, han sido solo 10 senadoras electas de 39: es decir, 1 de cada 4 actas.

La misma proporción presenta Gran Canaria (10 de 39), aunque el primer nombre tardó mucho más que en Tenerife. Se trató de la popular Pepa Luzardo, que fue la primera senadora de su provincia (y la más votada en 1993) y que sigue hoy de diputada regional tras ser, entre otros cargos, alcaldesa de Las Palmas. Luzardo repite en 1996 y la sustituye Australia Navarro en el año 2000, quien, a su vez, cede su testigo a María del Carmen Guerra (PP) en 2004. En 2008, el relevo lo toma el PSOE con Saturnina Delgado (la segunda más votada tras su compañero Arcadio Díaz Tejera), mientras que, en 2011, el PP vuelve al primer lugar con María del Carmen Suárez. En 2015 entran 2 (Mª. Del Carmen Hernández Bento, del PP, y María del Pino Alemán, de Podemos) y, en 2016, Auxiliadora Pérez (PP) y María José López (PSOE).

Las designaciones por el Parlamento tampoco compensan

La potestad que tienen las comunidades para designar por su cuenta senadores que los representen ha compensado un poco, sobre todo en los últimos años, el desfase entre hombres y mujeres en el caso de Canarias, pero no corrige el desequilibrio previo y aplastante. Así, y de los 3 que le corresponde a las Islas (1 por cada millón de habitantes), María del Mar Julios (CC) ocupa ahora uno de esos sillones y, hasta diciembre de 2015, estuvo la popular Mercedes Roldós. A estos nombres se sumaron antes Pepa Luzardo (PP) y M. Dolores Luzardo De León (PP). Sin embargo, siguen siendo menos que los hombres designados y tampoco las sustituciones durante las legislaturas de los senadores electos reequilibraron una situación que, tanto en Canarias como en el resto del país, demuestra a las claras que lo de los duros techos de cristal no es un mito feminista.