El género de terror (denominado Horror por los anglosajones para diferenciarlo del Thriller) es una peculiar modalidad cinematográfica con sus reglas propias e independientes del resto. En este tipo de películas se tolera y admite con mayor permisividad la reiteración de tópicos y el uso de recursos narrativos muy manidos para que el público pase un mal (buen) rato. Por regla general, estos aficionados también se distinguen de los demás, ya que desde que compran la entrada buscan disfrutar de la sensación de angustia y recrearse en su percepción del pánico, el miedo o el dolor. Dentro de este particular universo, Stephen King es una suerte de maestro, de referente indiscutible, una inagotable fuente literaria y cinematográfica de historias macabras, espeluznantes e inquietantes. La lista de largometrajes basados en su obra es, probablemente, la más extensa de cuantas puedan realizarse.

De hecho, este título ya había sido llevado a la pantalla grande con anterioridad. En el año 1989 se estrenó Cementerio viviente, que contó incluso con una segunda parte (Cementerio viviente 2) en la que participaron algunos actores de cierto renombre, como Edward Furlong y Anthony Edwards. Ahora llega a las salas de proyección Cementerio de animales, basada también en la novela Pet Sematary que el célebre escritor norteamericano publicó en 1983. Estos datos deberían bastar ya a los lectores para intuir si les gustaría ver o no la película, sin duda recomendable para los amantes de este concreto subgénero.

Es de justicia indicar que esta reciente versión es muy superior a las dos anteriores de finales de los ochenta y principios de los noventa. Tanto a nivel interpretativo como narrativo y de realización, esta adaptación supera con creces a sus predecesoras. Sin reflejar ninguna novedad ni aportación artística destacable, es capaz de mantener un aceptable nivel de tensión, ofrecer un correcto ritmo descriptivo y utilizar de forma certera las tradicionales y exitosas fórmulas del terror. Pese a no destacar ni sobresalir en ningún aspecto, constituye un digno trabajo que hará las delicias de los incondicionales de esta clase de filmes.

La pareja formada por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer se hace cargo de la dirección. Dicho tándem ha asumido conjuntamente otros proyectos, como Mamá 2, Absence o Starry Eyes, por lo que pueden considerarse especialistas en asustar, inquietar y atemorizar. En mi opinión no siempre lo consiguen, pero son tenaces en el esfuerzo y, en ocasiones, triunfan en sus propósitos.

No es posible pedirles originalidad, ni reinvención del género, ni sello propio y característico, pero sí eficacia en su desarrollo profesional.

Un matrimonio y sus dos hijos pequeños se trasladan a vivir desde la ciudad de Boston a una apartada casa rural. Cerca de su nueva vivienda descubren un misterioso cementerio dedicado a mascotas, escondido en lo más profundo del bosque. No tardarán en comenzar a sufrir malas experiencias, por lo que recurrirán a la ayuda de un solitario vecino que parece conocer los secretos que esconde el lugar.

Uno de los principales méritos de la cinta es que se consolida a medida que avanza el metraje, mejorando el nivel y reservándose para el final un desenlace muy logrado con el que alcanza su objetivo de modo más que solvente. Si merece algún calificativo, ese es el de siniestra. Sin pasar a los anales de la Historia del Séptimo Arte ni rozar las cumbres del género, se codea sin desentonar entre lo más destacado del terror de los últimos tiempos.

Dentro del apartado interpretativo destacan dos nombres. El primero es John Lithgow, con notable experiencia a la hora de aterrorizar al público en Impacto o En nombre de Caín, ambas de Brian de Palma. Se trata de un actor solvente, tal y como demostró en Interstellar, La fuera del cariño o El mundo según Garp. El segundo es Jason Clarke, a quien hemos visto en La noche más oscura, Everest y El escándalo Ted Kennedy, y que estrenará dentro de poco El día que vendrá.

FICHA TéCNICA

''Cementerio de animales''

Dirección: Kevin Kölsch y Dennis Widmyer

Intérpretes: Jason Clarke, John Lithgow, Amy Seimetz