En Canarias, punto estratégico de la navegación oceánica, han aflorado restos de naufragios en Gáldar, Las Palmas de Gran Canaria y Garachico, entre otras localidades, pero aún se encuentran sumergidos buques emblemáticos como el HMS Fox, de la flota con la que Nelson atacó Tenerife.

Hay muchos pecios que aún se buscan en Canarias, explica en una entrevista a EFE el arqueólogo subacuático Carles Aguilar, quien afirma que "no tenemos ni idea de todo lo que puede estar bajo el agua".

Carles Aguilar, que ha sido impulsor del Departamento de Protección del Patrimonio Arqueológico Subacuático de la Federació Catalana d''Activitats Subaquàtiques, subraya que en el ámbito de la arqueología subacuática "queda mucho recorrido por hacer".

En el caso de Canarias "se está haciendo encaje de bolillos" con pocos recursos y los arqueólogos locales están haciendo una fantástica labor, afirma Aguilar, quien destaca que las indagaciones realizadas en las islas aportan información sobre la presencia de pecios o elementos arqueológicos sumergidos pertenecientes a los siglos XVI-XVII.

Algunos ejemplos de este período se han encontrado en el antiguo muelle de San Telmo (Las Palmas de Gran Canaria), El Agujero y el Puerto de Sardina (Gáldar) y en El Caletón y puerto de Garachico (Tenerife), donde hubo gran cantidad de naufragios y se han encontrado restos de cerámicas y proyectiles de cañón.

El pecio "es un testigo fundamental de la historia, es un momento congelado del pasado, donde encontramos los elementos que configuraban el cargamento, los enseres de la tripulación y los restos del barco", señala Aguilar, pues en un barco no sólo viajaban las mercancías, sino que también transportaban "las creencias de la tripulación, nuevas ideas, noticias".

Son objetos de la vida cotidiana, como amuletos de los marineros, restos de ropas, pipas, juegos de azar, dados, medallones que portaban algún retrato familiar ahora borrado por las aguas.

De hecho, en una de las prospecciones realizadas por Carles Aguilar en Cataluña se encontró una figurita de un pastor protestante con un mecanismo que hacía que saliese un pene erecto, una muestra irreverente realizada por algún marinero en las largas horas de navegación.

Estos hallazgos "te comunican directamente con las personas que viajaban en el barco y que los textos oficiales no mencionan" y en lo que se refiere a su conferencia, Carles Aguilar menciona que hay un gran número de pecios que protagonizaron importantes capítulos históricos entre los siglos XVI y XVII, como la batalla de Lepanto y la Gran Armada de Felipe II.

Y en cuanto al siglo XVIII, aún no ha sido localizado el "Santísima Trinidad", el navío más grande su época, que llegó a contar con 140 cañones y que fue hundido durante la batalla de Trafalgar.

También del mismo siglo es la nave corsaria hundida frente a la playa de El Burrero en Gran Canaria, única isla del archipiélago que ha elaborado su carta arqueológica subacuática, un inventario de yacimientos y puntos de interés arqueológico que es "fundamental" para conocer y proteger el patrimonio.

Carles Aguilar, que es máster en Arqueología Náutica y Subacuática Mediterránea por la Universitat de Barcelona, precisa que una carta arqueológica subacuática es un documento "nunca cerrado" porque una tormenta o un movimiento de sedimentos puede hacer que se detecten nuevos restos.

Y entre estos también hay interés en encontrar barcos dedicados al tráfico de esclavos, navíos piratas, buques y aviones de la Segunda Guerra Mundial y pecios relativamente recientes: los procedentes de la Guerra Civil.

Para avanzar en este campo, además de financiación, es necesario contar con pescadores, submarinistas y población local que puedan avisar a los arqueólogos del hallazgo de fragmentos en redes o la aparición de algún resto como cañones y anclas.

Esta labor ha sido básica en Cataluña, donde por el momento se han inventariado más de 800 restos y yacimientos subacuáticos, indica Carles Aguilar, quien explica que en muchas ocasiones los restos no se excavan, como ocurre frecuentemente con los barcos romanos hundidos en el Mediterráneo, y se dejan en el sedimento que los recubre.