«Llamamiento a la UNIDAD aurinegra en tiempos difíciles»

El Iberostar Socas Canarias cosechó ayer, ante un bravo y efectivo Grupo Iruña navarra, dirigido por mi buen amigo Ángel González Jareño, su primera derrota en casa. Se puede hablar de un marcador justo pues Alejandro Martínez y los suyos protagonizaron una pobre actuación, con porcentajes que chocan frontalmente con los números ofrecidos en la primera vuelta y que llevaron a la escuadra aurinegra a la situación que sigue ocupando y que todos desearían: líder de la Adecco Oro y anfitrión para la Copa Príncipe, señalada para el día 1 de febrero, en el Santiago Martín.

 Y como sucede cuando se acumulan derrotas (el Iberostar perdió en la pista del Huesca, ganó apretado al tarragona y cayó ayer frente al «matagigantes» Navarra) las voces de los pesimistas salen a relucir, algo en cierta forma esperado, aunque ilógico si se es A-FI-CIO-NA-DO de un plantel que se caracteriza por su humildad, virtud que el entrenador no se cansa de hacer ver incluso después de ganar por 30 puntos en la cancha del Lleida.

Es evidente que a nadie le agrade ver a su equipo, al ceder en casa y menos quedarse en un ridículo 55 puntos, pero quienes sigan pensando que esta Liga es un paseo de rosas para el Iberostar Canarias debe tener en cuenta que también hay que tener mucha atención cuando crees dominar el ramo, porque también tienen espinas y cuando te clavas, aunque sea una, duele un mogollón.

La Adecco Oro, estimados basketmaníakos, es la tercera o cuarta merjor competición de Europa y en sus clubes militan jugadores de reconocido prestigio, con experiencia en ligas tan «caras» como la propia ACB. Se ha demostrado, a pesar de esas CATORCE victorias de los canaristas, que no hay rival fácil y menos que te regalen los puntos antes de bajarse de la guagua. Y precisamente porque ganar tiene mucha importancia es por lo que tiene un mérito tremendo mirar la clasificación y comprobar, como dijera José Mouriño, que «miras p`rriba y no ves a nadie».

Que en las últimas tres jornadas la efectividad del Iberostar Canarias no ha sido del nivel de las anteriores es una evidencia. Negarlo sería tener una venda en los ojos. Hay factores decisivos para que ese, digamos, «bajón» se produzca. Está la sensible baja del norteamericano Levi Rost; las lesiones sufridas en estas últimas fechas por Jaime Heras, Fotios Lampropoulos, Nico Richotti, Jakim Donaldson o Richi Guillén. Eso y que los rivales salen muy motivados, algunos con el «puñal entre los dientes» cuando se medirse al líder se trata.

«Hay que buscarle un sustituto a Levi Rost hasta que se recupere», me dice un buen amigo tras salir de la sala de prensa. Mi respuesta fue clara: «Estoy de acuerdo contigo;¿ tú pones las perras para pagar esas dos mensualidades al fichado?… «Tienes razón; la crisis», me dijo reconociendo que no siempre dos más dos suman cuatro.

Estos jugadores, que tantas tardes de gloria han hecho pasar a los aficionados al baloncesto en esta Isla, no han dejado de saber jugar al basket. Ni siquiera tienen problemas psicológicos, ni físicos (salvo lo de las lesiones). Solo han sufrido una  «pájara colectiva» y puntuales. Porque en Huesca se remontó y si Sábat anota su intento final en la prórroga se le hubiese ganado al Huesca. Frente al Tarragona, pese a terminar ganando, se sufrió un arbitraje calamitoso que permitió al rival cruzar la raya de lo legal. Lo dijo el propio coach: «para intentar ganar al líder tenemos que defender así»…

La segunda vuelta será complicada. Claro que sí. Como lo fue la primera. Defender ese liderato es un sacrificio extra, aunque, insisto, ya quisieran otros equipos estar ahora mismo en la situación del Iberostar Canarias. Vendrán más derrotas en estos eternos 16 partidos, pero también se ganará. Es la ley del juego. Es el BA-LON-CES-TO.

Por eso precisamente el aficionado que quiere ver a su equipo entre los grandes del basket español deben tener bien claro que coronarse campeón de la fase regular no será un paseo militar. Habrá que sufrir partido tras partido. Ser humilde, como siempre lo ha sido, en todos sus aspectos, un histórico CB Canarias.

Este mensaje debe prevalecer entre los aficionados. Mirar si se dispondrá o no del canon en poder del Tenerife CB SAD (su legítimo propietario) es especular. Vender la leche antes de ordeñar  a la vaca. Es necesario estacionar ese sueño para más adelante y volcarse, como hizo la gente ayer en el Santiago Martín, con estos jugadores, estos entrenadores y esta junta directiva. Solo viviendo jornada a jornada, solo disfrutando de las victorias y llevando con sentido las derrotas se puede hacer realidad los objetivos.

Nosotros, los periodistas, somos los primeros en querer vender la moto. La facilidad con que gana el equipo nos llevó al error de ilusionar a los lectores y oyentes con un mensaje quizás erróneo. Es bonito ser optimista. Lo prefiero a mirar la botella medio vacía. Pero un ascenso tiene su peso en oro y solo trabajando como las hormigas se podrá hacer realidad, pidiendo, eso sí, que las lesiones no jueguen una mala pasada. Y aquí la baja de Levi Rost es un claro ejemplo.

Hay que seguir acudiendo al Santiago Martín. Hay que continuar creyendo en este grupo. Ellos son los primeros que saben el significado de la palabra ascenso. Pero al Tourmalet no se llega subiendo a un buen ritmo de pedaleo las primeras rampas; el éxito, el momento de elevar los brazos solo llega en el momento de cruzar la última línea. Nos lo demostró a todos los amantes del pedal Miguel Induráin en el Tour de Francia. Y, como también han podido saborear, en esa escalada el apoyo del público, pegatido al ciclista, es determinante. Los aurinegros no tienen que usar bicis, pero sí sudar cada partido sobre una cancha, necesitando del calor de su hinchada; el grito que haga sufrir al rival y que presione incluso a los árbitro.

Vienen tiempos muy duros y el CB Canarias no será una excepción. Percibir en su totalidad lo prometido por las instituciones no parece nada claro y, ya saben, las empresas en esta tierra no lo están pasando nada bien como para apostar por un proyecto deportivo. Y la directiva canarista, que siempre ha actuado con sensatez, ya ha tenido el detalle de bajar al vestuario y decirle a sus profesionales que se pueden producir retrasos en el pago de las nóminas, precisamente por no recibir en tiempo las ayudas prometidas. Pero los dirigentes no están con los brazos cruzados y, además de tratar de encontrar ingresos atípicos, han llegado a avalar con sus patrimonios particulares un dinero que permita estar al día con quienes se lo ganan en la cancha.

Esta situación y lo que se avecina debe hacer entender al jugador número 6 del Iberostar Canarias que es en tiempos jodidos cuando más hay que demostrar ese sentimiento aurinegro que tanto nos gusta presumir y airear a los que llevamos ese escudo y esos colores grabados a fuego en nuestro corazón. Hay que permanecer más unidos que nunca, sabiendo dejarse la voz en cada partido en el Santiago Martín. Lo contrario, el desmarcarse por una mala racha, es de mediocres. De coleccionistas de acontecimientos que solo acuden a la cita cuando son tiempos de bonanza. 

El Iberostar Socas Canarias cosechó ayer, ante un bravo y efectivo Grupo Iruña navarra, dirigido por mi buen amigo Ángel González Jareño, su primera derrota en casa. Se puede hablar de un marcador justo pues Alejandro Martínez y los suyos protagonizaron una pobre actuación, con porcentajes que chocan frontalmente con los números ofrecidos en la primera vuelta y que llevaron a la escuadra aurinegra a la situación que sigue ocupando y que todos desearían: líder de la Adecco Oro y anfitrión para la Copa Príncipe, señalada para el día 1 de febrero, en el Santiago Martín.

 Y como sucede cuando se acumulan derrotas (el Iberostar perdió en la pista del Huesca, ganó apretado al tarragona y cayó ayer frente al «matagigantes» Navarra) las voces de los pesimistas salen a relucir, algo en cierta forma esperado, aunque ilógico si se es A-FI-CIO-NA-DO de un plantel que se caracteriza por su humildad, virtud que el entrenador no se cansa de hacer ver incluso después de ganar por 30 puntos en la cancha del Lleida.

Es evidente que a nadie le agrade ver a su equipo, al ceder en casa y menos quedarse en un ridículo 55 puntos, pero quienes sigan pensando que esta Liga es un paseo de rosas para el Iberostar Canarias debe tener en cuenta que también hay que tener mucha atención cuando crees dominar el ramo, porque también tienen espinas y cuando te clavas, aunque sea una, duele un mogollón.

La Adecco Oro, estimados basketmaníakos, es la tercera o cuarta merjor competición de Europa y en sus clubes militan jugadores de reconocido prestigio, con experiencia en ligas tan «caras» como la propia ACB. Se ha demostrado, a pesar de esas CATORCE victorias de los canaristas, que no hay rival fácil y menos que te regalen los puntos antes de bajarse de la guagua. Y precisamente porque ganar tiene mucha importancia es por lo que tiene un mérito tremendo mirar la clasificación y comprobar, como dijera José Mouriño, que «miras p`rriba y no ves a nadie».

Que en las últimas tres jornadas la efectividad del Iberostar Canarias no ha sido del nivel de las anteriores es una evidencia. Negarlo sería tener una venda en los ojos. Hay factores decisivos para que ese, digamos, «bajón» se produzca. Está la sensible baja del norteamericano Levi Rost; las lesiones sufridas en estas últimas fechas por Jaime Heras, Fotios Lampropoulos, Nico Richotti, Jakim Donaldson o Richi Guillén. Eso y que los rivales salen muy motivados, algunos con el «puñal entre los dientes» cuando se medirse al líder se trata.

«Hay que buscarle un sustituto a Levi Rost hasta que se recupere», me dice un buen amigo tras salir de la sala de prensa. Mi respuesta fue clara: «Estoy de acuerdo contigo;¿ tú pones las perras para pagar esas dos mensualidades al fichado?... «Tienes razón; la crisis«, me dijo reconociendo que no siempre dos más dos suman cuatro.

Estos jugadores, que tantas tardes de gloria han hecho pasar a los aficionados al baloncesto en esta Isla, no han dejado de saber jugar al basket. Ni siquiera tienen problemas psicológicos, ni físicos (salvo lo de las lesiones). Solo han sufrido una  «pájara colectiva» y puntuales. Porque en Huesca se remontó y si Sábat anota su intento final en la prórroga se le hubiese ganado al Huesca. Frente al Tarragona, pese a terminar ganando, se sufrió un arbitraje calamitoso que permitió al rival cruzar la raya de lo legal. Lo dijo el propio coach: «para intentar ganar al líder tenemos que defender así»…

La segunda vuelta será complicada. Claro que sí. Como lo fue la primera. Defender ese liderato es un sacrificio extra, aunque, insisto, ya quisieran otros equipos estar ahora mismo en la situación del Iberostar Canarias. Vendrán más derrotas en estos eternos 16 partidos, pero también se ganará. Es la ley del juego. Es el BA-LON-CES-TO.

Por eso precisamente el aficionado que quiere ver a su equipo entre los grandes del basket español deben tener bien claro que coronarse campeón de la fase regular no será un paseo militar. Habrá que sufrir partido tras partido. Ser humilde, como siempre lo ha sido, en todos sus aspectos, un histórico CB Canarias.

Este mensaje debe prevalecer entre los aficionados. Mirar si se dispondrá o no del canon en poder del Tenerife CB SAD (su legítimo propietario) es especular. Vender la leche antes de ordeñar  a la vaca. Es necesario estacionar ese sueño para más adelante y volcarse, como hizo la gente ayer en el Santiago Martín, con estos jugadores, estos entrenadores y esta junta directiva. Solo viviendo jornada a jornada, solo disfrutando de las victorias y llevando con sentido las derrotas se puede hacer realidad los objetivos.

Nosotros, los periodistas, somos los primeros en querer vender la moto. La facilidad con que gana el equipo nos llevó al error de ilusionar a los lectores y oyentes con un mensaje quizás erróneo. Es bonito ser optimista. Lo prefiero a mirar la botella medio vacía. Pero un ascenso tiene su peso en oro y solo trabajando como las hormigas se podrá hacer realidad, pidiendo, eso sí, que las lesiones no jueguen una mala pasada. Y aquí la baja de Levi Rost es un claro ejemplo.

Hay que seguir acudiendo al Santiago Martín. Hay que continuar creyendo en este grupo. Ellos son los primeros que saben el significado de la palabra ascenso. Pero al Tourmalet no se llega subiendo a un buen ritmo de pedaleo las primeras rampas; el éxito, el momento de elevar los brazos solo llega en el momento de cruzar la última línea. Nos lo demostró a todos los amantes del pedal Miguel Induráin en el Tour de Francia. Y, como también han podido saborear, en esa escalada el apoyo del público, pegatido al ciclista, es determinante. Los aurinegros no tienen que usar bicis, pero sí sudar cada partido sobre una cancha, necesitando del calor de su hinchada; el grito que haga sufrir al rival y que presione incluso a los árbitro.

Vienen tiempos muy duros y el CB Canarias no será una excepción. Percibir en su totalidad lo prometido por las instituciones no parece nada claro y, ya saben, las empresas en esta tierra no lo están pasando nada bien como para apostar por un proyecto deportivo. Y la directiva canarista, que siempre ha actuado con sensatez, ya ha tenido el detalle de bajar al vestuario y decirle a sus profesionales que se pueden producir retrasos en el pago de las nóminas, precisamente por no recibir en tiempo las ayudas prometidas. Pero los dirigentes no están con los brazos cruzados y, además de tratar de encontrar ingresos atípicos, han llegado a avalar con sus patrimonios particulares un dinero que permita estar al día con quienes se lo ganan en la cancha.

Esta situación y lo que se avecina debe hacer entender al jugador número 6 del Iberostar Canarias que es en tiempos jodidos cuando más hay que demostrar ese sentimiento aurinegro que tanto nos gusta presumir y airear a los que llevamos ese escudo y esos colores grabados a fuego en nuestro corazón. Hay que permanecer más unidos que nunca, sabiendo dejarse la voz en cada partido en el Santiago Martín. Lo contrario, el desmarcarse por una mala racha, es de mediocres. De coleccionistas de acontecimientos que solo acuden a la cita cuando son tiempos de bonanza.

AGUSTÍN ARIAS