LOS SOCIALISTAS ampliaron la ley del tabaco en vigor, endureciéndola, creando la primera cortina de humo del invierno -la expresión es intencionada- para desviar la atención del hambre, la miseria y el caos económico. Era una apuesta fuerte porque, incluso, los socialistas animan a la población a denunciarse. Leire Pajín, ese genio, ha devuelto a España a la Inquisición, siquiera sea ahora a una Inquisición contra el humo.

La iniciativa les ha salido mal. Si el PSOE tenía pocos problemas, ahora le aparece una multitud contestataria, dispuesta a saltarse la ley y a fumar donde le salga de dentro, haya o no carteles que lo traten de impedir y haya o no gendarmes de doña Leire ojos avizores. La nueva ley antitabaco provoca protestas, altercados en los bares e incluso manifestaciones ante los ayuntamientos. En medio, un metisaca intolerable con la ETA, esa banda de asesinos que cree que es fácil que los familiares de casi 900 muertos olviden su carnicería. Aunque en una segunda nota -que llegará, por razones que ya se saben- depongan sus armas, es impensable que se permita a su sucursal Batasuna presentarse a unas elecciones. Los delitos hay que purgarlos. Nadie va a devolver la vida a esos muertos. Los etarras deben cumplir íntegramente sus penas, derivadas de sus tiros en la nuca y de tanto dolor que han causado. No debe haber piedad para ellos.

El Gobierno se debate en demasiados frentes ya. De un lado, el anecdótico, que puede ser grave, de su ley/trampa antitabaco; de otro, la crisis económica que, casi inevitablemente, va a desembocar en un rescate europeo; y en tercer lugar, la ETA, que ahora quiere hacerse la buena, tras haber liquidado a militares honorables que cumplían con su deber, a inocentes políticos que transitaban por la calle con sus esposas, a profesores beligerantes con la violencia; a catedráticos que enseñaban en las aulas; a personas, en suma, a las que se quitó la vida por pensar de diferente manera que sus asesinos. ¿Con ellos se quiere pactar ahora? ¿De ellos se espera una nota coherente para dejar de las armas? ¿Con qué derecho se armaron, con qué derecho mataron? La justicia debe actuar contra estos desalmados con la misma falta de piedad que ellos demostraron, aplicándoles las leyes más duras y con el máximo rigor. Cuando por medio hay asesinos no cabe una mínima contemplación. La política, en su esencia filosófica, no puede hacer cambalaches con quienes quitan la vida a sus semejantes. No puede ser.

Hemos pasado del tabaco a la economía y de la economía al terrorismo. Este Gobierno, al que le crecen todos los enanos, lo que tiene que hacer es marcharse a casa. Que vengan otros a redimir a este país que agoniza.