Parece que los vientos políticos le favorecen y ayer los convocó, quizás en demasía, en su visita vespertina a Tenerife. Procedente de Gran Canaria, Pedro Sánchez (Madrid, 1972; casado y con dos hijas), candidato a la secretaría general del PSOE con más avales, llegó al aeropuerto de Los Rodeos con más de una hora de retraso por el fuerte viento reinante.

Si la reunión con la prensa y con algunos "barones" del socialismo tinerfeño (sobre todo del sur: José Miguel Fraga, Pedro Martín, Manuel Fumero, Rafael Yanes... aunque también Aurelio Abreu, Javier Abreu, Gustavo Matos...) en la sede lagunera del PSOE iba a ser a toda velocidad, el contratiempo la convirtió casi en relámpago. Aun así, y en una entrevista con El Día de ocho minutos, pudo recalcar que, a su juicio, Canarias está sufriendo un mal reparto de los fondos estatales por sus particularidades y un incumplimiento de los plazos, situación que se compromete a cambiar si algún día es presidente. Para muchos de sus compañeros, es a quien teme más el PP porque tiene más opciones de ganar a Rajoy que ningún otro.

Profesor de Estructura Económica y de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad Camilo José Cela, Pedro Sánchez se presenta como un "militante con hambre por cambiar el partido para cambiar España". Para ello, tiene claro que todo pasa por ganar este domingo la secretaría general de una formación que vive sus peores momentos electorales en la actual democracia. Según subraya, el cambio del PSOE desde la base que propugna implica una mejor rendición de cuentas, por ejemplo, con una asamblea anual por comunidad para explicar a los afiliados lo que se ha hecho y, sobre todo, por qué.

Preguntado por lo que ha de ser el PSOE en esta encrucijada, se muestra escueto, pero firme: "Un partido socialista con un proyecto y un discurso claro de España a corto y largo plazo". Y cuestionado sobre su ubicación ideológica, que muchos sitúan en la zona más tibia de la socialdemocracia, se define como "socialista por los cuatro costados, lo que, en el siglo XXI, significa defender la enseñanza pública, y mis hijas están en un colegio público y no quiero que les enseñen religión, sino educación para la ciudadanía. También significa defender una reforma fiscal que garantice el sustento del estado de bienestar para que cohesione la sociedad, así como tener pasión por reformar y ganar el futuro, vinculando todas las políticas a la reindustrialización, al discurso ecologista, la igualdad entre hombres y mujeres y la investigación e innovación".

¿Se cree este mensaje el electorado progresista tras la claudicación de Zapatero ante las tesis de la austeridad o se irá a otras fuerzas o a la impotencia? Para Sánchez, "Zapatero hizo unas cosas durante 7 años y nosotros, esta nueva generación, estamos llamados a hacer otras. Hay que ser autocríticos, pero reivindicar lo mejor de nuestra herencia, que es el estado de bienestar. Primero, hemos de afrontar una reforma constitucional que regenere la democracia. Defiendo la limitación de dos mandatos en la Presidencia, que se acabe la financiación privada de los partidos, que no haya representantes políticos en instituciones claves como el Tribunal de Cuentas, el fin de los aforamientos...".

Sánchez, que se mira en el espejo del contestatario primer ministro italiano (Matteo Renzi), defiende también una España federal, pero, ¿y si eso tampoco convence a una mayoría de catalanes? "Esa España se incardina en la Europa federal. La gran contradicción del independentismo catalán es que dicen que quieren fortalecer Europa desgajándose de una parte de ella. Hay que concretar las competencias y convertir el Senado en una verdadera cámara territorial o que cierre".

¿Y Canarias en ese federalismo? "El principal cambio es que la financiación autonómica recogería las especificidades de Canarias, algo que hoy no ocurre pues las aportaciones son muy insuficientes, lo que se aprecia en las cifras per cápita, y se incumple el compromiso de renovarlas cada cinco años. Me comprometo a cambiar esto".

De ser presidente, lo primero que haría sería derogar la reforma laboral (volverían los 33 días por despido). También rectificaría el modificado artículo 135 de la Constitución que fija el tope de deuda y aplicaría un suelo de gasto social. Asimismo, apuesta por una política fiscal que no perjudique a las clases medias ni bajas, se centraría en la lucha contra el abandono escolar, mejoraría la preparación del profesorado, reduciría la ratio por alumno, prestigiaría la formación profesional y aplicaría un plan de rescate para traer el talento que se está marchando por la falta de perspectivas. Para ello, habría bonificaciones a las empresas que contraten a esos jóvenes y no tan jóvenes emigrados.