Surgieron con el nacimiento de la propia radio, han colaborado en el seguimiento de los miles de satélites artificiales que orbitan alrededor de la Tierra, han recurrido a su pasión por la tecnología para comunicarse con familiares y amigos que viven en otras latitudes y contagian su curiosidad incansable a quien se acerca a ellos. Los radioaficionados llevan décadas desarrollando su actividad y, pese a que ya no se hable tanto de ellos como antes, aún continúan entre nosotros.

En Canarias hay alrededor de mil personas -500 de ellas socias de alguna agrupación oficial- que encuentran algún momento en el día para sentarse frente a su emisora y rastrear el espacio radioeléctrico. Una de ellas es Pablo Cruz, que lleva su labor de divulgación a los más jóvenes y ha llegado, incluso, a convencer a los profesores y alumnos de un colegio tinerfeño, el Salesianos La Cuesta, de diseñar y, si hay suerte, poner en órbita un satélite artificial.

La emigración hacia América y los lazos con este continente -así como la fragmentación del territorio y su complicada orografía- han contribuido a sumar adeptos a esta práctica en las Islas. "Si tenías una emisora podías hablar con tus familiares sin hacer gasto de teléfono", explica Cruz. Entre los años 70 y 90 del pasado siglo se produjo una auténtica "avalancha" de radioaficionados que luego, con el desarrollo de la telefonía móvil e internet, ha ido menguando.

La afición se mantiene en España pese a reducirse "un poco". En cambio, en Estados Unidos cada día se incorporan nuevos seguidores.

La historia de la radioafición está muy vinculada a la carrera espacial, tanto que los tinerfeños pudieron escuchar el sonido del paso del primer satélite construido por el hombre -el "Sputnik", lanzado por la URSS en 1957- gracias a que un radioaficionado -Paco Cedrés- captó su señal y luego la facilitó a Radio Club Tenerife, que la difundió en las ondas.

La carrera espacial hizo escala en Canarias. Maspalomas, en Gran Canaria, albergó una de las tres estaciones instaladas por la agencia espacial norteamericana -lo que después sería la NASA- para el seguimiento de los satélites. Las otras dos estaban situadas en Cabo Cañaveral, desde donde se producían los lanzamientos, y Australia. Pero para no perder el rastro de estos objetos en los miles de kilómetros que separaban cada uno de estos puntos fue necesaria la intervención de radioaficionados que colaboraban "directamente" con Estados Unidos.

Los contactos entre la Tierra y el Universo se han multiplicado a lo largo de los años. Un radioaficionado rebusca en su banda y se topa con un tripulante de la MIR, entonces, o de la Estación Espacial Internacional, ahora. Así se comunicaron en 1992 radioaficionados canarios con Serguei Krikalev, el cosmonauta soviético que pasó más de 300 días en el espacio y que luego visitó Tenerife.

El mismo desarrollo de la radio comercial en el Archipiélago tuvo mucho que ver con la labor de estos activistas de las comunicaciones. "Las primeras emisoras las montaron ellos", apunta Pablo Cruz. Muchos de estos técnicos dieron luego el salto a la televisión.

La historia de la radioafición es también la historia de la tecnología, aunque con una particularidad. No se trata una tecnología de sustitución, en la que los ingenios más recientes desplazan a los que se van quedando obsoletos, sino de acumulación, en la que prácticamente nada pierde su utilidad. Es lo que explica que aún se vean junto a sus emisoras y ordenadores viejos aparatos de telegrafía con los que transmitir en código morse.

Sean cuales sean los utensilios, hay una herramienta que un radioaficionado nunca deja de lado: la curiosidad, el impulso de poner en funcionamiento el equipo para ver quién anda por ahí. Pablo Cruz lo resume así: "Me encanta meter la nariz donde puedo y a veces donde no puedo". Por eso es radioaficionado desde que tiene memoria.

los ilustres

Juan Carlos I. Con el indicativo EA0JC, el rey Juan Carlos ha sido un apasionado de la radioafición. Por ello, y aunque no practica tanto su "hobby" como antes, ostenta la presidencia de honor de la Unión de Radioaficionados Españoles (URE). Encontrárselo en la banda suponía un auténtico acontecimiento.

Fernando Fernández. El expresidente del Gobierno de Canarias es un radioaficionado consumado, "uno de los más importantes del mundo", asegura Pablo Cruz.

acento canariO

La radioafición cuenta con auténticos apasionados en las Islas. Pablo Cruz es un ejemplo. Su libro "Satélites de radioficionados" tiene 20 años pero aún se puede encontrar. En la charla con Cruz surgen otros nombres: Paco Cedrés, que puso la señal del "Sputnik" a disposición del público, o Ricardo Martín, presidente de Radio Club Canarias, con quien mantiene una estrecha colaboración, son algunos de ellos.