Ni las políticas públicas ni el entorno social y cultural favorecen que el tejido productivo de las Islas se lance a innovar. La especialización en el sector servicios y el reducido tamaño de la mayoría de las empresas tampoco ayudan a la extensión de la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) en la región.

Una investigadora de la Universidad de La Laguna, Madelon van Oostrom, responsable de proyectos en el Parque Científico y Tecnológico de Tenerife, es la autora de una tesis que supone la primera incursión en el análisis de la innovación en las micropymes -empresas con menos de diez trabajadores- del Archipiélago. El trabajo, presentado ayer en la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, revela que un 56% de las empresas de estas dimensiones no practica la innovación, un 26% lo hace activamente y un 18% de forma moderada y, además, argumenta que hay razones de peso que explican estas cifras.

Las conclusiones del estudio apuntan a una "inadecuada" política de I+D+i, "trasplantada" desde otras regiones con economías diferentes -presencia de la industria y empresas de gran tamaño-, como uno de los motivos de la baja innovación de las micropymes. La "escasa" cultura innovadora y las políticas educativas -cuya reorientación es una "absoluta necesidad", advirtió Van Oostrom- son otros factores que contribuyen a entender la situación.

El trabajo de la investigadora ha incluido 434 encuestas a pequeñas empresas y entrevistas a algunos de los empresarios. De sus respuestas se deduce que los emprendedores tienen relaciones "complejas y conflictivas" con otros agentes, caracterizadas por la desconfianza, el individualismo y la falta de cohesión. El escaso asociacionismo, la visión de los grupos investigadores de las universidades como "competencia desleal", la posición de "inferioridad" respecto a las administraciones públicas y la "cultura de la subvención" actúan como "barreras muy fuertes" que inhiben el I+D+i en estas empresas.

Para cambiar la situación es preciso, según los resultados del estudio de Van Oostrom, modificar la educación, mejorar la transferencia de los resultados de investigación al tejido productivo y virar hacia un modelo de I+D+i que integre a todos los agentes y no se limite a confiar en que los hallazgos de las universidades y los centros investigadores terminen llegando al mundo empresarial.

Cambiar para no desaparecer

A la presentación de la tesis de Madelon van Oostrom siguió un debate -moderado por Francisco Mesa, del Grupo El Día- en el que quedó claro que la innovación no es una opción, sino una obligación, para las microempresas de Canarias aunque el momento económico no parezca el más propicio.

"Hay que ser conscientes de la situación. Muchas empresas se conforman con poder abrir cada mañana", expuso el consejero de Innovación del Cabildo de Tenerife, Antonio García Marichal, quien, sin embargo, aseguró que las pymes que no sean capaces de introducir innovación "van a ser barridas del mapa". "O nos adaptamos a los cambios o el sistema nos excluirá", advirtió García Marichal. La corporación insular "apuesta" por la dotación de infraestructuras y por la formación y la capacitación para que "el cambio se produzca", defendió el consejero.

"El gran reto es buscar nuestro propio modelo innovador", dijo, por su parte, Francisco García, vicerrector de Relaciones con la Sociedad de la Universidad de La Laguna, que insistió en la necesidad de "integrar" empresas, universidades, administraciones y centros de investigación.

David Bustabad, socio fundador de la empresa E-Waste, coincidió en que hace falta más coordinación para facilitar el acceso a las "herramientas" que la sociedad ofrece a las empresas para promover la innovación. "Igual no están todo lo cerca del emprendedor que deberían, pero están", señaló.

La presidenta del clúster de innovación turística Turisfera, María Dolores Rodríguez de Azero, hizo una defensa del sector servicios al afirmar que es "al que menos se le empuja para innovar", al tiempo que abogó por "integrar más a todos los agentes".