La sesión plenaria de ayer fue más densa que la de otros martes (que ya es decir), sobre todo por los asuntos sociales. Sin embargo, hubo momentos realmente graciosos; al menos, logrados para romper tensiones. Para empezar, porque, para sorpresa de algunos, Clavijo respondió con total sosiego a la pregunta con retranca que le lanzó Noemí Santana (Podemos) al comienzo: "¿Duerme usted tranquilo?", le espetó por los datos sobre pobreza. Frente a otros muchos enfrentamientos entre ambos, el presidente usó un tono muy calmado (propio de su marca: el buen rollito), detalló medidas en pro del cambio del modelo productivo y para paliar la crisis, pero nunca entró al trapo.

Más tarde, y en respuesta a Australia Navarro (PP), los datos de empleo y su listado de propuestas, presentadas por fin el pasado lunes, se dejó querer más que nunca. Ante la invitación de la portavoz conservadora de que se dejen ayudar, Clavijo, socarrón, sonriente y teatralizando en voz baja y compungida, dijo: "Yo sí quiero, quiero que me ayuden, ustedes no".

No obstante, el momento más cómico fue el que, impotente tras su diálogo con la consejera de Turismo, el alcalde de Guía y diputado de NC, Pedro M. Rodríguez, rogó, imploró, gritó el apellido Navarro para que Australia, por favor, interceda con Costas y desbloquee los proyectos turísticos. Con un lapidario "Navarro, sálvanos", zanjó su turno de réplica para sorpresa de la consejera y risas generales.

Sin embargo, lo más chocante fue el descubrimiento, por desvelación de Paco Déniz (Podemos), de que los 19 capellanes que trabajan para la Comunidad en los hospitales cobran 26.000 euros al año ("con la que está cayendo"), si bien el dinero va al Obispado. Una cifra que Baltar (Sanidad) no pudo confirmar, si bien dejó claro que depende del concordato del Estado y la Conferencia Episcopal de 1985 y que el Gobierno no puede incumplir. Eso sí, hay un evangelista y cuatro a tiempo parcial (la precarización no perdona), pero no de otros credos: Faro de Occidente.