Ya han pasado dos semanas desde la última vez. Subir a la estratosfera no es una oportunidad que le toque a cualquier persona, pero para Enrique López, astrónomo canario de la NASA dedicado, entre otras cosas, a la búsqueda de núcleos de galaxias activas, es una experiencia de la que puede presumir desde hace ya un año y medio.

Suena el despertador, aunque Enrique aún sueña con el destino al que irá en esta ocasión. ¿Los Países del Este de Europa, Canadá, el Pacífico, el Polo Norte o el Polo Sur? ¿Podrá sobrevolar las Islas que le vieron crecer como profesional? El viaje del "telescopio portátil" de la NASA donde viajará, está programado con un mes de antelación, pero López fantasea con que suceda algún evento inesperado, como la transición u ocultación de las lunas de algún planeta, que desvíen el rumbo hacia, por ejemplo, el medio del Atlántico.

Las próximas dos o tres semanas se las pasará subiendo y bajando de la estratosfera, a unos 13,7 kilómetros de altura, "casi el doble que los aviones de pasajeros", explica López. Lo suficientemente alto para evitar las nubes o la radiación que el oxígeno de la atmósfera provoca en los objetos estelares.

Lo hará con un avión Boeing 747, un modelo antiguo, que aloja un telescopio de 2,5 metros dirigible casi a cualquier parte del universo, una herramienta que recibe el nombre de SOFIA (Observatorio Estratosférico para Astronomía Infrarroja). Este telescopio, además, cuenta con varios instrumentos -o funciones-. Por ejemplo, posee uno que toma imágenes infrarrojas para conocer la temperatura de los objetos que hay en el universo y otro para observar discos protoplanetarios, es decir, el material alrededor de una estrella joven.

No obstante, el astrofísico, que cursó sus estudios de Licenciatura y Máster en la Universidad de la Laguna (ULL), destaca un "nuevo" instrumento que utiliza la polarimetría -un método utilizado para medir la desviación de la luz- con el fin de observar "los campos magnéticos de las galaxias externas". Hasta ahora, como cuenta López, existían muchos modelos que "intuían" la existencia de estos campos magnéticos y él, junto a su equipo y el instrumento SOFIA, han sido los primeros en observarlo. Aunque afirma que aún "deben seguir investigando para lograr una visión más detallada de los campos magnéticos", ya han conseguido fotografiar "materia organizada" por el efecto de un campo magnético.

Llega el momento del embarque, cada noche pasarán de media unas 12 horas observando el universo desde el límite de la Tierra. Tres pilotos, dos directores de misión, 3 técnicos que se encargarán de manejar el telescopio y sus instrumentos, y el propio Enrique López, embarcan hacia la misión. Tras acabar la jornada, volverán a tierra, con la ventaja de que, si hay algún problema en el aparato, se podrá reparar en ese mismo momento para poder volver a volar al día siguiente. Además, los datos obtenidos se podrán ir analizando cada día.

Dos o tres meses después, termina el turno de Enrique López, que deja paso al siguiente grupo de investigadores. Desciende del avión el último día aún sin creer que, un canario como él, pueda haber llegado hasta las estrellas.

Desde su madre hasta sus amigos, e incluso él mismo, preguntan: "¿Volverás a Tenerife?" Para Enrique López la respuesta es díficil, aunque la tiene bastante clara. "Me acaban de hacer fijo, lo que significa que podré estar aquí hasta que me apetezca o hasta que se acabe el proyecto", explica, aunque remarca que este último tiene una duración de entre 10 y 20 años, y se podría renovar.

El astrofísico también se muestra crítico ante la situación de la ciencia en España, donde asegura, es "mucho más difícil" hacerla". No obstante, asegura que la carrera de Astrofísica en la ULL es una de las que mejor forma a sus estudiantes. No por eso deja de echar de menos sus islas que, insiste, suele visitar porque en su investigación hace uso de los telescopios instalados en ellas.