Los ocho senderistas que en la tarde del pasado domingo se vieron "bloqueados" en la playa del barranco de Masca fueron auxiliados finalmente en la mañana de ayer y llevados al puerto deportivo de Los Gigantes en un barco de recreo. Bien por imprudencia o por desconocimiento, los protagonistas, de nacionalidad alemana, polaca y luxemburguesa, realizaron la caminata por uno de los parajes naturales que registran más accidentes a lo largo del año en una jornada en la que el Gobierno canario había decretado la alerta máxima por lluvias en toda la Isla. El Cabildo valora si cobrarles el gasto de la intervención para rescatarlos. Y, además, todos fueron identificados por la Guardia Civil. Para ayudarlos en las condiciones más extremas estaban preparados cuatro bomberos del Consorcio de Tenerife del parque de Las Chafiras, otros cuatro bomberos voluntarios de Santiago del Teide y dos agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) del Instituto Armado.

Esa decena de personas "iban a por todas" y no es la primera vez que en parajes de extrema dificultad, como El Teide o el propio barranco de Masca, buscan a alguien en horario nocturno.

Pero esta vez, hubo unas circunstancias diferentes. Los excursionistas no estaban perdidos, puesto que, con seguridad, se hallaban al final de la ruta.

Después de llegar en diferentes grupos a la costa, su único problema era que las condiciones del mar impedían que los recogiera un barco que los llevara al litoral de Santiago del Teide. Un cabrero que vive por esa zona resultó fundamental para que los senderistas pudieran resguardarse en un lugar seguro y, además, los bomberos y guardias civiles no tuvieran que arriesgar su integridad física para salvar a los primeros. Dicho cabrero, José León, llevó a los turistas europeos a una cueva grande situada muy cerca de la playa para que pasaran la noche.

León señaló ayer que también les ofreció la comida que pudo, como pan y diversos productos enlatados, por ejemplo.

Este conocedor del terreno les aconsejó que no efectuaran el camino de vuelta, debido a las escorrentías que podían producirse, así como a la peligrosidad intrínseca del sendero.

A León no le cabe duda alguna de que los caminantes incurrieron en una "locura", al descender el cauce "sin guía y sin nada".

Una vez que hubo constancia de que el cabrero había llevado hasta la cueva a los solicitantes de ayuda, los integrantes del dispositivo del rescate decidieron actuar con prudencia; es decir, pernoctaron en la zona de Masca y efectuaron el descenso por la mañana. Una vez que los bomberos y agentes del Greim llegaron a la playa de Masca, ayudaron a los excursionistas a subir a una embarcación de recreo, cuando había unas condiciones de mar no del todo favorables.

El consejero insular de Seguridad, José Antonio Valbuena Alonso, aseguró ayer a varios medios de comunicación que el Cabildo no puede sancionarlos, porque el descenso del barranco de Masca no forma parte de la red de senderos de esta administración.

Sin embargo, indicó que sí estudia la posibilidad de cobrarles el coste de la movilización de los recursos insulares.

"No toman medidas para impedirlo"

José León, como residente en la zona, no se explicaba ayer cómo es posible que los senderistas decidieran afrontar el descenso del barranco por la tarde, lloviendo, con la declaración de alerta máxima y con el mal estado del mar. Afirma que "no los salvé, porque son jóvenes y fuertes". Pero reconoce que les aconsejó que no regresaran a Masca caminando. Y les indicó la cueva donde podían refugiarse. Ayer se preguntaba por qué las autoridades no toman medidas para cerrar el camino e impedir estas situaciones cuando se decreta la alerta máxima por lluvias.

Ayer había gente de nuevo en la playa

El cabrero se mostraba todavía más sorprendido al relatar que, en la tarde de ayer, volvía a haber gente en las inmediaciones de la playa, tras descender el camino, cuando aún el cauce estaba corriendo. Recuerda que, cuando el mar se halla en malas condiciones, existe riesgo hasta para los barcos que se aproximan al embarcadero. Hace más de 44 años que León y su esposa utilizan la vivienda situada cerca de la desembocadura del barranco.