Yuleima, con solo cinco años, no ve del todo bien.Las cosas “chiquitas” son las que más se le escapan. Tras unas gafas rosas y lilas reafirma su entusiasmo con una gran sonrisa: le van a poner montura y cristales nuevos. Unos señores, que llaman oculistas, fueron ayer hasta su cole, el CEIP Alfonso Espinola, ubicado en Santa Cruz de Tenerife, para darle una nueva revisión a sus ojitos.
Junto a otros dos compañeros, Samuel y David, Yuleima se sienta en unas grandes sillas –como las que usan los profes– donde sueña con sus nuevas gafas. Las quiere rosas brillantes porque así irán a juego con su varita y su vestido de princesa.
Ellos tres, y otros 100 niños de entre 5 y 13 años en riesgo de exclusión social residentes en Anaga, tuvieron ayer la oportunidad de revisar su visión y, si era necesario, conseguir unas gafas nuevas de forma gratuita.

El proyecto “Ver para crecer”, que ya celebra su 21 edición, aterrizó ayer por primera vez en Canarias de mano de la Fundación Cione Ruta de la Luz, en colaboración con el programa CaixaProinfancia y Aldeas Infantiles, que luchan “para romper el círculo de la pobreza”.
Aunque la Fundación Ruta de la Luz suele trabajar en países en vías de desarrollo como África, América latina o el sudeste asiático, en el año 2015, “con la crisis”, vieron la necesidad de llevarlo a cabo a nivel de España, según Sara Calero, gerente de la Fundación Cione Ruta de la Luz.
Y es que la falta de visión en niños pequeños puede derivar en fracaso escolar, como puntualizaron tanto Sara Calero como Borja Castrillón, oculista voluntario del programa. A “Ver para crecer” normalmente acuden niños con “problemas pequeños”. Sin embargo, en estos años, la Fundación ha llegado a ver casos en los que con 5 a 7 años ya tienen gradaciones altísimas, lo que provoca finalmente fracaso escolar. Una situación que muchos padres no pueden evitar al no poseer el nivel económico adecuado para costearse unas gafas nuevas.
Esta iniciativa apoya a esas familias para poder mejorar la visión de sus pequeños, ya que, como señala Castrillón, “es importante que los niños acudan a revisarse la vista al menos una vez al año”, así como que lo hagan a partir de los tres años.
La identificación del problema puede empezar en la escuela, pues los niños con falta de vista a menudo son incapaces de transcribir lo que leen en la pizarra o, incluso, les puede costar colorear dentro de las líneas o con determinados trazos. Durante la jornada los dos oculistas voluntarios revisaron la vista de los niños, su agudeza visual y su defecto refractivo. Así fue cómo Yuleima por fin consiguió una nueva montura adaptada totalmente a su visión.