Antonio Martinón cumple tres años al frente de la Universidad de La Laguna. En este tiempo, se ha acordado una nueva fórmula de financiación con el Gobierno, pero queda camino por recorrer para recuperar los presupuestos que manejaban las universidades antes de la crisis.

El catedrático de Matemáticas habla en esta entrevista de la necesidad de que el Gobierno valore más la investigación a la hora de la financiación, de los resultados de los alumnos, de la nueva imagen institucional del centro o de los casos de acoso sexual.

En el claustro sobre el debate del estado de la Universidad dijo que no quiere una universidad en la que una parte del profesorado investigue y otra no. ¿Está ocurriendo?

Hay dos opiniones dentro de la Universidad: quienes creen que debemos concentrar los pocos recursos que tenemos en lo que somos mejores y, como no podemos ser buenos en todo, no apostar por el resto, y los que no pensamos así. Yo creo que hay que ayudar a que todas las disciplinas académicas tengan una presencia razonable en investigación. Tenemos que conseguir que los que son buenos sigan siendo buenos, pero también ayudar a los más retrasados. Por eso, valoro mucho el esfuerzo que ha hecho el Cabildo con el programa María Rosa Alonso, que son 200.000 euros al año, y está concentrado en Humanidades y Ciencias Sociales. La Universidad tiene interés en que haya investigación en cualquier disciplina, porque creemos que la mejor docencia es aquella dada por profesores que desarrollan investigación, porque al hacer investigación uno tiene que estar relativamente al día de lo que se hace en sus disciplinas. ¿Hay profesores magníficos que no hacen investigación? Sí. Pero también es verdad que suelen ser profesores que casi siempre están en las asignaturas más básicas, de los primeros cursos. Despertar en el estudiante la curiosidad intelectual, abrir horizontes nuevos -además de dar conocimientos-, eso lo hace casi siempre mejor un profesor que investiga.

Los estudiantes universitarios canarios están a la cola en resultados académicos. ¿Por qué?

Es un problema de toda la sociedad, no solo de la universidad. En todos mis discursos de apertura de curso insisto en que tenemos que conseguir que la sociedad canaria valore más el hecho de estudiar. Hubo una época, que creo que no ha acabado, en la que se repetía "¿pero para qué estudias, si la universidad es una fábrica de parados?". Eso todavía no está superado, forma parte del discurso influyente en la sociedad. Además, hay un problema cultural, porque todavía hoy en Canarias hay barrios, pueblos, donde el estudiante que sale a estudiar a la universidad se ve como un héroe. Y no se trata de que no lo hagan por falta de medios económicos, sino por una cuestión cultural. La sociedad canaria no acaba de aceptar con naturalidad que estudiar en la Universidad es bueno. Tenemos un atraso cultural en relación al resto de comunidades españolas. Hasta hace no mucho había analfabetismo en las Islas, no todas las personas en edad escolar tenían un puesto escolar? No obstante, nosotros, para mejorar el rendimiento, aprobamos en Consejo de Gobierno un plan de mejora que implica a todos los centros. Hay varias medidas caminando, pero llevará un tiempo. Y también hay otro asunto que no acabamos de resolver: es el salto de la Secundaria a la Universidad. Es un problema de toda España, no solo de Canarias, pero hay que abordarlo sitio a sitio.

¿Eso se soluciona implantando una prueba de acceso común a toda España, como ha planteado Ciudadanos?

A ver, yo entiendo que haya universidades que se quejen de tengan que recibir estudiantes, por ejemplo, de Canarias, cuando no pueden recibirlos de su comunidad autónoma. Sobre todo en títulos como Medicina, que es donde suele haber el lío. Esa queja existe y hay que atenderla. La queja más grave y preocupante en Canarias es el resultado académico de los estudiantes cuando llegan a la Universidad. Los datos que manejamos nos dicen que los estudiantes de aquí se matriculan de más créditos que los de la Península -no sabemos por qué- y, en consecuencia, aprueban menos. Es importante que analicemos los datos.

La gestión de los datos es importante también para quedar bien en los "rankings". Ya eso no lo discuten las universidades.

Sí. No queda más remedio. Ahora tenemos a un director de secretariado del Vicerrectorado de Investigación, que, junto con el Gabinete de Análisis y Planificación, está dedicado a poner un poco de coherencia en todo esto. Habernos ocupado de esto nos ha situado mejor. Nos dimos cuenta de que esto de los "ranking" no es mandar datos, hay que estudiarlos, hay que ver qué influye para quedar mejor o peor. Hay profesores que todavía dicen que pasan de los ranquin, pero no hay universidades. De todas formas, cuando "la oposición" me ataca en los claustros -como si en el Claustro tuviera que haber una oposición como en el Parlamento- con datos como el de rendimiento, a veces les digo: estos datos estaban antes de que yo fuera rector. Yo seré responsable en parte como profesor, pero no me culpen como rector. Es un problema de la Universidad.

Habla de oposición. El logo que han aprobado ha generado más de mil firmas en contra. ¿Lo entienden como una reacción al logo en sí o va más allá?

Creo que la reacción es mucho menos negativa de lo que algunos dicen. La primera vez que me lo pusieron me quedé algo desconcertado, pero a medida que lo veo creo que es un logo evolución del anterior y muy versátil. Insisto en eso porque da la impresión de que nos hemos inventado un logo que no tiene nada que ver con el que había antes, pero no es así. El Consejo Social hizo un estudio donde se puso de manifiesto que esto de las marcas es un disparate. Se trata de una decisión estratégica, porque pensamos que con quien hay que identificarse es con la Universidad. Pero los que no están contentos con el logo han hecho más ruido que los demás.

El tratamiento de los casos de acoso sexual también ha generado debate. ¿El protocolo está funcionando correctamente?

El protocolo se está aplicando correctamente. Cuando hay una denuncia, se activa. Una vez que los peritos dan su informe se decide si se abre expediente, se nombra a un instructor y luego si se envía a la Fiscalía. Tarda más o menos en función de la complejidad del caso.

¿Qué opina sobre que uno de los casos haya sido difundido en los medios de comunicación con nombre y apellidos?

Me parece injusto, porque es una especie de juicio, o más bien de condena pública. Sé que eso se hace con los personajes públicos, porque están más expuestos, pero que un profesor vea su nombre en la primera página del periódico me parece injusto. Y esta opinión que doy es la de amigas y compañeras muy comprometidas con el movimiento feminista, que han dicho que hay que luchar por la igualdad y contra el acoso, pero así no. Porque es un asunto que está en manos de la Fiscalía. Ya veremos lo que dice el fiscal.

¿Qué cree que esperan los claustrales que les transmita en el claustro monográfico sobre acoso que han solicitado? ¿Siente que se quejan de falta de información o transparencia?

Yo no tengo inconveniente en hablar de los casos de acoso como una realidad que se produce en la Universidad. ¿En la Universidad hay acoso? Sí. Tengo que añadir que también hay en la administración regional y en las grandes empresas. Porque en la sociedad, en general, hay acoso, y algo más que acoso, violencia sexual. Hay hombres que matan a mujeres. En la Universidad hemos tenido once casos de acoso en tres años y medio, de todo tipo, aunque la mayoría son denuncias de alumnas a profesores. Y creo que no ayuda retransmitir el proceso. El protocolo, y yo estoy de acuerdo, habla de que hay que mantener un sigilo, una prudencia, una presunción de inocencia de la persona acusada, de respeto a la intimidad de las chicas que han denunciado. Una de las cosas que me sorprendió es que es una de las víctimas es la que había aireado el asunto. Por supuesto, es muy legítimo -sin dar el nombre del profesor-, pero no me parece normal.

El Personal de Administración y Servicios ha pedido que se haga pública la lista de docentes que cobran de la Fundación General además de su sueldo como docentes.

Si hacemos público eso tenemos que hacer público todo lo que cobramos todos. En la Ley de Universidades hay un artículo, el 83, que dice que un profesor universitario con dedicación exclusiva puede hacer trabajos para la calle, pero no puede pasar de una cantidad determinada. Hay profesores a los que una administración -el Gobierno de Canarias, un ayuntamiento- o una empresa encarga un trabajo. Ese dinero lo cobra el profesor aparte de su sueldo normal y la Universidad, que presta los medios, se queda una parte. Yo no conozco a nadie que se haya pasado del límite legal. Y tengo que decir que, por lo general, los ayuntamientos o el gobierno no nos dicen que quieren que la Universidad haga un informe sobre algo, sino que quieren que tal profesor lo haga, como es lógico. A veces veo en la prensa que la Universidad informa sobre algo. Eso no es correcto. La Universidad de La Laguna no tiene opinión, por ejemplo, sobre la Ley del Suelo. Hay gente que piensa una cosa y gente que piensa otra.

Hace unos días anunció un nuevo título, de Nutrición y Dietética. ¿Qué previsión tienen de incorporar más titulaciones?

Estamos trabajando en un título que se acerca a la Educación Física, pero no es exactamente eso. El de Nutrición se podrá estudiar como título individual o, con Farmacia, como título doble.

El catálogo de másteres sí se ha ajustado más, un poco en la línea de lo que ha pedido el Gobierno de Canarias.

Lo hicimos antes de que el Gobierno lo pidiera. Estaba claro que había másteres que no se podían sostener. Pero no tenemos ningún caso en el que se haya regalado un máster (ríe).

¿Y qué le parece que Cristina Cifuentes haya dimitido por el vídeo en el que se la ve hurtando unas cremas y no por el fraude del máster?

Que a una señora le regalen un máster -porque creo que hay unanimidad en eso- es una comparación odiosa para los jóvenes que sí lo hacen. Y también es un desprecio hacia el título, porque nadie los va regalando. ¿Un profesor puede regalar un aprobado? Sí. Puede haber un profesor que lo haga mal, pero diez no. Me molesta que algunos hayan aprovechado el caso para meterse con la universidad pública. El resto forma parte del ámbito político, pero creo que los que están en ese ámbito deberían cuidar lo que hacen. Lo bueno para la Universidad es que con motivo del caso Cifuentes han empezado a destaparse los hinchamientos de currículos.

A mediados del año pasado se activó el nuevo protocolo de financiación de las universidades públicas, lo que significó dos millones de euros más para cada una en obras...

Este año nos van a dar cuatro millones.

¿Y ese incremento se corresponde con lo prometido?

El acuerdo fue una especie de protocolo de intenciones. El papel a mí no me gustaba del todo, pero lo firmé porque no nos comprometía a nada especial y nos daban dos millones para obras. Y aproveché una crisis de gobierno para meter a una vicerrectora de Infraestructuras que ha sido un éxito. ¿A qué nos comprometimos? A hacer cuatro o cinco cosas que teníamos que hacer: mejorar el rendimiento de los estudiantes, clarificar la cuestión del profesorado, la formación permanente? Esto último es otra batalla que tenemos dentro de la universidad, aceptar que la formación superior permanente es de la universidad. ¿El Gobierno a qué se comprometería? Era muy cauto, lo que es razonable, porque antes teníamos un contrato programa que se incumplió cuando llegó la crisis. La ULL llevó el caso a los tribunales, ganamos aquí, el Tribunal Supremo lo devolvió al TSJC, porque este no respondió adecuadamente a las razones del Gobierno, y, al final, el mismo tribunal que nos dio la razón al principio nos la quitó. Supongo que el Gobierno no quería arriesgarse.

¿Cuatro millones es suficiente?

Es poco. Yo un día le dije al presidente que me conformaba con que nos diera dinero para hacer investigación. Con el resto, más o menos nos podemos defender. No necesitamos solo dinero para proyectos, sino para fichar a chicos. Ahora ya tenemos más de 100 contratos predoctorales, es decir, chicos que van a hacer la tesis y a los que les hemos buscado un contrato. Es la mejor forma para rejuvenecer la plantilla de la universidad, pero claro, hay mil personas que están haciendo la tesis.

Pero esos cuatro millones entran dentro de la financiación básica, no de la financiación por objetivos de la que se hablaba en el protocolo?

No, no hay objetivos. Lo que le hemos pedido al Gobierno, el rector de Las Palmas y yo, es que ponga sobre la mesa una fórmula de financiación. Todo este protocolo era para ir caminando hasta que fuéramos capaces de poner una fórmula de financiación. Esto lo firmamos en diciembre de 2016. Le hemos dicho al Gobierno: ustedes tienen que ofrecernos una financiación básica y otra por objetivos. Y eso último no lo han hecho. Llevamos un año y medio con esto, dando papeles. En lugar de pedir papeles, ponga una fórmula de financiación por objetivos y valore la investigación...

Igual que en el contrato programa anterior.

Exacto. Y otra cosa que hemos pedido al Gobierno es que haga el favor de valorar más, bueno, de valorar a secas, porque nada se valora en ese protocolo, la investigación que se hace. Te tienen que valorar que si yo investigo usted me debe dar más dinero. Porque usted tiene el objetivo de que yo investigue, ¿no?.