Los tres detenidos ayer en San Isidro por captar a un marroquí y favorecer su conversión en un guerrero "extranjero" yihadista, que llegó a luchar en Siria, ejercían el control sobre la mezquita situada en dicho núcleo de población de Granadilla. Eso sí, eran educados, adoptaban modos de comportamiento occidental y saludaban respetuosamente a los vecinos de la sede de la comunidad musulmana en la localidad.

Ayer, el registro efectuado en la casa situada sobre dicho local, en el número 13 de la calle Hermano Pedro, concitó el interés de los medios. Agentes de la Comisaría General de Información llegados desde Madrid y funcionarios de la Brigada de Policía Judicial de Tenerife, junto a una delegación judicial, registraron la vivienda, de la que sacaron varias cajas con supuesta información de interés y a uno de los arrestados en la operación. El segundo registro se hizo en el locutorio Rabab, en la céntrica avenida de Santa Cruz. En dicho local, los agentes estuvieron todavía más tiempo buscando indicios y pruebas de los delitos que se atribuyen a los arrestados. Los tres marroquíes, de 27, 35 y 37 años, están acusados de captar y encubrir a un terrorista, así como financiar el terrorismo yihadista. Los apresados ayer favorecieron que un compatriota, de 35 años, se radicalizara y viajara como "guerrero extranjero" a Siria. La conversión de este último se produjo tras establecer su domicilio en San Isidro y entablar amistad con los ahora arrestados.

La captación se hizo en el locutorio y en la mezquita, donde los capturados ayer ejercían como imanes, vocales y custodios de dicho lugar de oración. Los investigadores consideran que los tres magrebíes introdujeron en el rigor salafista a su compatriota, hasta que este decidió viajar a Siria para unirse a las filas de la organización terrorista Al Nusra. El viaje se produjo en 2013 y el regreso a la Isla se produjo en el año 2015 en patera.

Los apresados ayer sabían de sus evoluciones en dicho país y de que su "protegido" perdió la mano izquierda en combate y estaba malherido de un tobillo. Una vez en Tenerife, sus valedores comprendieron que cada vez era más difícil ocultar su conexión con el yihadismo y apoyaron su decisión de confundirse con el flujo de refugiados de Siria y Libia en Centroeuropa. Se cree que abandonó la Isla con documentación falsa.

Uno de los arrestados ayer le envió dinero a Hungría para su subsistencia. Fue capturado en Budapest y, dos días después, expulsado a Marruecos, donde se halla en paradero desconocido. La investigación está supervisada por el Juzgado central de Instrucción número 5 y la Fiscalía de la Audiencia Nacional.

El vecino: "Uno de ellos se crio aquí"

Varios vecinos que residen en las inmediaciones de la mezquita de San Isidro no salían ayer de su asombro por el operativo policial. Nunca detectaron en sus responsables conductas extrañas y sí un comportamiento sociable de sus responsables. El dueño del edificio contiguo al referido local aclaró que uno de los detenidos ayer "lo conozco desde pequeñito; se ha criado aquí". Apuntó que "la rutina de ellos era rezar ahí todos los días; entrar y salir; buenos días y buenas tardes, y nada más". También comentó que "van y vienen a Marruecos".

"Trabajaban, rezaban y hacían deporte"

Un hombre de origen marroquí conversa con un compatriota en la avenida de Santa Cruz. Uno habla de racismo entre gestos de vehemencia. El magrebí más tranquilo afirma que conoce a los tres detenidos y señala que "ellos trabajaban, rezaban, hacían deporte... eran gente normal". Al preguntarle por qué su conocido habla de racismo y si lo percibe en su vida diaria, comenta que "sí". Indica que "entras en un local y ya tienes un 50 por ciento de desconfianza".

Mi religión, en mi casa; en la calle, respeto

Una mujer perteneciente a la comunidad saharaui entra en una sucursal bancaria. Trabaja en la educación y comenta que desconocía la operación. Dice que no conoce a las personas vinculadas a la mezquita. Manifiesta que ella tiene sus creencias religiosas, pero que las practica en su vivienda. Recuerda que en un municipio como Granadilla y, sobre todo en un lugar como San Isidro, la confluencia de culturas y religiones es muy importante. Por eso, su máxima es que en la calle muestra respeto por todos los demás ciudadanos. Recuerda que ella va a lo suyo y que se centra en su trabajo. Diversidad de opiniones y visiones, como no puede ser de otra manera.