Mientras el Gobierno central desatasca los acuerdos para sacar adelante los presupuestos del Estado, la demora en aprobar las cuentas "retrasa el crecimiento del sector primario" en Canarias, advierte el consejero de Agricultura del Ejecutivo regional, Narvay Quintero. El joven político herreño destaca en esta entrevista los esfuerzos realizados para que los jóvenes vean el campo como una actividad económica digna y en la que se dan "muchas experiencias de éxito".

Cuando accedió al cargo se propuso como objetivo mejorar la profesionalización y modernización del sector primario. ¿Cómo ha avanzado la consecución de esas metas?

Uno de los objetivos era, aparte de modernizar, profesionalizar el sector. Los agricultores, ganaderos y pescadores deben ser empresarios del sector primario. Todavía nos queda, pero se ha avanzado muchísimo. Aunque en hectáreas no hemos crecido mucho -aunque sí con una media interesante-, somos capaces de producir mucho más y mejor. Eso es parte de la profesionalización. Un ejemplo es el vino y otro el queso, dos sectores que en los últimos años han evolucionado mucho, reciben premios a nivel internacional y cada vez producen más. Estamos en un mundo global y debemos ser competitivos. Tenemos una serie de desventajas por el hecho archipielágico y ultraperiférico en los costes de producción y en la dimensión de nuestras explotaciones, y debemos salvarlas profesionalizándonos. El peso del sector en el PIB ha aumentado dos décimas, del 1,5% al 1,7%, y eso es importante. Cultivábamos bien, hacíamos productos excelentes, pero nos faltaba la pata de la comercialización, creer que esos productos tienen un valor y hacérselo creer al consumidor final. Eso se ha ido consiguiendo poco a poco. Cerramos 2017 con la producción en comercialización más alta de los últimos diez años.

¿El asociacionismo continúa siendo una asignatura pendiente?

Sí, sigue siéndolo. Se ha mejorado, pero todavía no ha calado que tenemos que buscar estructuras asociativas, por la sencilla razón de que nuestras explotaciones son pequeñas. Desgraciadamente, los pequeños y medianos agricultores, ganaderos o pescadores no tienen acceso a las grandes superficies, no tienen la posibilidad de dar un valor añadido al producto, una presentación, una comercialización... Ahí el asociacionismo es fundamental. Las organizaciones agrarias hacen un papel importantísimo, pero falta la estructura asociativa del sector. En los que lo han hecho se ha notado, pero nos queda pendiente fortalecer más esas estructuras para que dar valor y saber comercializar y vender el producto. Todo esto tiene un objetivo: que el productor reciba una cantidad digna por cada producto.

¿En qué productos es más fuerte el asociacionismo y en cuáles queda camino por recorrer?

Hay sectores donde el asociacionismo está muy concentrado, como el tomate y el plátano. Pese a los problemas internos que puedan tener, que son evidentes, son sectores organizados. Hay otro sector de mercado interior que está muy difuminado, como las papas o las lechugas, y eso hace que no seamos tan competitivos. El sector de la pesca ha intentado organizarse, pero todavía cuesta. Se está intentando.

Están un poco peleados entre ellos.

Sí, el problema es que prima el interés particular de cada uno y no somos capaces de ver el interés general y la fortaleza que ofrecería un sector pesquero unido, discutiendo dentro de sus organismos, pero unido. Y no solo el sector pesquero como tal, también el comercial. Eso todavía falta. En el sector ganadero también es complicada la unificación. Existen cooperativas en algunos sitios y organizaciones en otros, pero es un sector muy difuminado. Hay un sector que se dedica al queso que tiene mucho éxito. Prácticamente las mismas explotaciones ganaderas son miniqueserías y comercializan ellos mismos. Eso es un éxito. Tenemos más de 250 miniqueserías en Canarias. Hay islas en las que la estructura cooperativa es fundamental, porque no podemos ser competitivos a nivel individual. Hay que seguir trabajando, aunque para las ayudas primamos que estén asociados, que den valor añadido al producto y que den a este un precio adecuado. En la parte de profesionalización hemos dado más de 29 millones de euros para innovar, investigar y modernizar las explotaciones agrarias.

También han elevado las ayudas a los jóvenes. ¿Qué resultado están teniendo esas medidas?

Hemos dado la ayuda directa a los jóvenes y un plan de viabilidad económica de cinco años. Hemos contratado a una empresa para que estudie la viabilidad, para que les ayude. Los jóvenes tenían dos problemas: iniciar la actividad y que los proyectos sean viables. Al ser la primera vez que se hace hemos detectado algunos problemas en la conexión entre los jóvenes y los proyectos, pero se han ido solventando bastante. De más de 300 proyectos han salido 250 avalados, y eso es un éxito. Algunas empresas nuevas no sobreviven más de uno o dos años, pero lo importante es que se creen más que las que se destruyen. Así está pasando, y la mayoría son de jóvenes. Teníamos que facilitar el relevo generacional, porque el campo ha envejecido mucho. Son jóvenes muy formados y bien preparados que ven el sector primario como una actividad profesional con la que ganarse la vida de una forma digna y sin ser esclavos del sector. Tenemos que desterrar esa idea de nuestro abuelo agricultor o ganadero que se iba a las siete de la mañana y volvía a las nueve de la noche, sucio? Hoy vemos muchas experiencias de éxito de jóvenes agricultores y ganaderos que trabajan sus ocho horas y tienen sus vacaciones y su familia. Ese es el objetivo: que vean el campo como una actividad económica más y no como el último recurso.

¿Se ha visto a menudo el sector primario como una salida a una situación desesperada?

Durante la crisis, cuando cayeron la construcción y los servicios, mucha gente derivó al campo, pero se dieron cuenta enseguida de que en el sector primario hay una competitividad feroz, que había que estar formado, que profesionalizarse e innovar. Muchos comprendieron que sin formación no se sale adelante. La mayoría de la gente que derivó en el campo se fue. No les fue rentable. El empleo ha aumentado en el sector primario en los últimos años. Pero en este caso es gente formada. Las escuelas de capacitación agrarias y pesqueras están funcionando muy bien.

Se han marcado también el objetivo de elevar el autoabastecimiento y ahora tienen una herramienta para medirlo. ¿Hay un tope para esta meta?

Cuando llegamos a la Consejería se hablaba del 10% de autoabastecimiento, del 12%..., pero nadie sabía de dónde salían los datos, así que buscamos una herramienta con datos oficiales, fiable. Hemos cogido, de entre todos los datos, el más cauto, el 20,1%, con productos exclusivamente canarios, pero otros superan el 50%, sumando la industria agroalimentaria. No estamos tan mal como pensábamos. Eso demuestra que hay una confianza del consumidor. En Hawai, otra isla, se habla de un 5% o un 7%, aunque no sé si es real o no, como nos pasaba a nosotros (ríe). ¿Tenemos más autobastecimiento que Madrid? La Universidad nos dice que tenemos más que Madrid y que otras comunidades, pero no se puede tasar porque allí el tránsito entre una región y otra no es real, no hay control. Aquí sí lo sabemos y por eso tenemos esta herramienta. Evidentemente, la soberanía alimentaria y el autoabastecimiento en Canarias nunca será del 100%, porque tenemos el territorio que tenemos y hay alimentos que aquí no se dan. Habría que plantar todas las islas y aun así nunca podríamos dar al turista. Cuanto más pequeño es el territorio menos nivel de autoabastecimiento puede tener. La FAO habla de un 40% como mucho para sistemas insulares. Tenemos que mejorar, pero en las hectáreas de cultivo que tenemos se produce bastante y bien.

¿Cómo han evolucionado las exportaciones?

En general hemos ganado en exportaciones. El plátano marcó un récord el año pasado. Los quesos y los vinos también han ido bien. La campaña del vino de 2016 fue muy mala de uva pero muy buena en ventas. En el tomate llevamos diez años bajando. Hemos minorado la caída, pero esperemos que la podamos parar y empecemos a pensar en subir. Hortalizas, verduras o frutas tropicales han aumentado la exportación. El mercado tropical y subtropical, que se nos abre, es importantísimo. Además, el consumo interno ha aumentado un 7%, que es mucho.

¿Cuándo se podrá volver a exportar papas?

Ya tenemos el protocolo de control finalizado. Nos reunimos con la Comisión Europea y estamos a la espera de los últimos datos teóricos de la prueba, que fue certificada paso a paso por el Gobierno de Canarias, el Ministerio y la Comisión. Europa tiene ganas de liberalizarlo, y ya tiene todos los datos teóricos. La práctica la tendrá este mes. Sería muy importante para la papa, porque daría la oportunidad de que esas hectáreas abandonadas en las medianías se pudieran recuperar. Espero que antes de finalizar 2019 sea una realidad la exportación de la papa. El protocolo es 100% canario. Es un proyecto puro de I+D+i pionero en el mundo que servirá para otros sitios y para otros productos afectados por esta plaga o por otras.

La falta de infraestructuras hidráulicas se ha puesto de manifiesto con la escasez de lluvias. ¿Qué supondrá el protocolo firmado por el Estado?

Si se aprueban los presupuestos del Estado habrá 50 millones de euros para este año, que serán imposibles de ejecutar a esta fecha. Pero el Estado se ha comprometido a sumarlo al año siguiente. Son 915 millones en 12 años y 185 obras del ciclo integral del agua: depuración, reutilización, abastecimiento, conducción, desalación? Nos ha faltado planificación de los recursos hídricos para el sector agrícola. Para el consumo humano sí se hicieron grandes esfuerzos, por la presión turística y porque la ley dice que primero es el abasto humano, pero ya es hora de planificar el sector primario. Muchas hectáreas vacías se recuperarían si lleváramos agua de forma regular y a un precio competitivo.

¿Qué otros perjuicios supone el retraso en la aprobación de los presupuestos del Estado?

La ayuda del 100% para el transporte agroalimentario, los 15 millones de Posei adicional de 2017, la compensación por el coste de la elevación del agua de riego agrícola, el transporte del plátano? Todo eso estaría en riesgo. El presupuesto podría ser mejor, pero es bueno y es mejor que el del año pasado. Estamos retrasando el crecimiento del sector primario si no aprobamos los presupuestos. La responsabilidad la tenemos cada uno en nuestra tierra.

¿Eso es un mensaje para los diputados canarios de otros partidos?

Para todos los diputados canarios que quieran escucharlo (ríe).

El presupuesto de la UE se quedará sin los fondos que aportaba el Reino Unido. ¿Eso tiene que afectarnos inevitablemente?

Evidentemente va a afectar al conjunto de Europa, pero la intención es que no afecte a Canarias. La reducción para la Política Agraria Común (PAC) es de entre el 5% y el 7%, pero nosotros tenemos un instrumento específico, que es el Posei. La comunicación de las RUP lo dice muy claro. Juncker, en la Guayana, cuando Fernando Clavijo cogió el testigo de presidente de las RUP, anunció que no se verán mermados los recursos de las regiones ultraperiféricas, que son mucho más sensibles. Entre las recomendaciones que hemos hecho a la Comisión, dentro del Estado, está que no se reduzcan; todo lo contrario, que aumenten. La Comisión dice que sería un error grave introducir el Posei dentro de la PAC. Creo que esa batalla la hemos ganado. Se está trabajando para que no se reduzca el presupuesto. Nos preocupa, pero hay mecanismos, como pedir un incremento de la aportación de los estados.

El sistema de pesca olímpica empleado durante la campaña del atún rojo ha creado diferencias entre las cofradías.

Primero hay que aclarar que esto es una competencia exclusiva del Ministerio. A mí me hubiera gustado que el Ministerio nos hubiese hecho caso cuando le pedíamos un mínimo de un 10% de atún rojo. Si fuera competencia nuestra ya tendríamos más de 800 toneladas y a lo mejor el criterio no hubiera sido ese. Algunos se han confundido y han pedido explicaciones al Gobierno de Canarias cuando es el estado quien marca tanto la cantidad como los criterios de reparto. Cuando tenemos tan poca cuota la única solución es la pesca olímpica, porque con 243 barcos autorizados darías a cada barco nada o muy poco. Es cierto también que en el plazo temporal en que se hace, que es muy corto, puede ser un agravio. Con una cuota digna los criterios tienen que ser otros. Pero nosotros no lo vamos a decir: le hemos dicho al sector que si se pone de acuerdo trasladaremos su propuesta al Ministerio, y ese es el acuerdo que tenemos con el Ministerio. Lo que nos molestó es que, sin avisar y dos días antes de la pesquería, el Ministerio cambió el criterio.

Un suelo agrario limitado y caro

Suele decirse que el suelo agrario de Canarias es el más elevado del país. El consejero de Agricultura aclara que la escasez de terrenos para el sector primario -producto, entre otras razones, de la limitación del territorio y de que más de la mitad de este está protegida por ley, lo que "es bueno"- explica este encarecimiento. "Al ser poco, se encarece, como en cualquier otro lugar, constata Narvay Quintero. Sin embargo, el consejero considera "triste" el dato que arroja el mapa de cultivos del que dispone su departamento: que cerca de 70.000 hectáreas no están en uso y "son perfectamente recuperables". Por esta razón, la Consejería de Agricultura ha iniciado el proceso de elaboración de las directrices de ordenación del suelo agrario (DOSA), destinadas a proteger estas parcelas y garantizar que no se destinen a otros usos, lo que, al acabar con la expectativa de emplearlos para otra actividad económica, podría contribuir a reducir los precios.

Los primeros efectos de la ley

Cuando se le pregunta si la Ley del Suelo y de los Espacios Naturales de Canarias ha empezado a surtir efectos sobre el sector primario, el consejero de Agricultura asiente y pone ejemplos. "Hay alguna actividad complementaria que está desarrollando el sector: actividades turísticas o de restauración en bodegas? Estamos legalizando explotaciones ganaderas gracias a la Ley". Además, Quintero sostiene que ya se ha empezado a entender que la nueva norma facilita la ejecución de mejoras en las explotaciones agrícolas y ganaderas -levantar una pared, instalar un sistema de regadío- al eximir muchas de ellas de la obligación de pedir una licencia municipal y esperar por ella. "Antes eso eran seis u ocho meses y ahora es nada: hacerlo e informar", apunta el consejero, que admite que, en el caso de actuaciones realizadas al amparo de las ayudas del Gobierno de Canarias, el retraso que se producía hasta ahora implicaba, en algunos casos, que los beneficiarios perdieran la subvención. "Esas cosas ya se están notando, y como esas, muchas más", concluye Narvay Quintero.