El sonido de las chácaras y los tambores, el del silbo y de los cantares del romancero se escuchará, aún con mayor ímpetu si cabe, el próximo 30 de mayo con la celebración de una de las jornadas más esperadas por los gomeros: el Día de Canarias.

Para los habitantes de la Isla, esta cita representa mucho más que una ocasión para recordar la aprobación del Estatuto de la autonomía canaria. Ante todo es un día en el que resarcir todo aquello que distingue al pueblo canario y en concreto, a La Gomera.

El presidente del Cabildo insular, Casimiro Curbelo, resalta la importancia de celebrar esta efeméride, que entre otros aspectos, sirve para "que sepamos valorar la labor que realizan cada día los ciudadanos de esta tierra, que con su esfuerzo y dedicación, contribuyen a defender nuestra cultura, historia y tradición".

Felicita a Las Loceras, que con sus manos crean piezas únicas, llenas de identidad propia "que les hace ser merecedoras del reconocimiento de la Medalla de Oro de Canarias, otorgada por el Gobierno regional" y que precisamente será entregada ese día.

Isidro Ortiz, Eduardo Duque y Lucrecia Amaya son conscientes de la importancia que tiene celebrar esta jornada. Se sienten orgullosos de ser canarios y gomeros y, vuelcan ese sentimiento en sus menesteres diarios con la firme convicción de que su trabajo mantiene la esencia de la identidad y la historia de Canarias.

Si hablamos de cultura en La Gomera, tenemos que referirnos al silbo gomero. Un lenguaje único en el mundo que gracias a personas como Isidro Ortiz, se consiguió que estuviera presente en las aulas de todos los colegios gomeros y en alguno que otro del resto de las Islas. A su nombre siempre irá ligado la recuperación del Silbo, ya que cuando estaba a punto de desaparecer, contribuyó en gran medida a sentar las bases para que, años más tarde, este lenguaje fuera declarado Patrimonio de la Humanidad. No podemos olvidarnos de Lino Rodríguez, fallecido recientemente, que con alegría, respeto y cariño enseñó a los pequeños a valorar y sentir el significado del silbo.

Ortiz se alegra de que con este lenguaje no haya ocurrido lo mismo que con otras tradiciones que se han perdido en el tiempo. Muchas de ellas marcharon en la maleta de todos aquellos gomeros que se vieron obligado a emigrar, que no fueron pocos, y hoy están más presentes en los países que los acogieron que en la propia Isla.

Se muestra un tanto humilde al hablar de sus propios logros, ya que según indica "no me parece apropiado las alabanzas en mi propia boca pero creo que he sido una persona que ha luchado por La Gomera y por sus valores".

Ortiz cree que la celebración del Día de Canarias significa "un paso más" de los emprendidos por el Archipiélago para considerarse como una autonomía plena. En el caso de La Gomera, la Isla tiene la oportunidad de demostrar sus propias singularidades y avances registrados en los últimos años bajo el paraguas, precisamente, de esa autonomía. Para Ortiz, el Día de Canarias es la ocasión perfecta para "pedir entendimiento entre todos los gomeros, compartir una esperanza y desear que todos podamos estar presentes en el próximo para celebrarlos cada vez con más orgullo y felicidad".

Las nuevas generaciones también se han unido a esta batalla por mantener La Gomera en su estado más puro. Por evitar que pierda lo que, después de siglos, siempre la ha hecho peculiar. Entre ellos, figura Eduardo Duque, historiador y defensor a ultranza de las tradiciones, cuyos secretos conoce al dedillo. Este joven cree que lo deseable sería que todos los días fueran el de Canarias, lo que permitiría que "evitemos dejarnos envolver por un sentimiento de falsa canariedad".