La música está presente a lo largo de toda nuestra vida. Las primeras canciones las escuchamos cuando estamos en la cuna -o incluso antes- y no dejamos de hacerlo nunca. Están las melodías que nos animan cuando estamos tristes, las que son capaces de retrotraernos a otras épocas, las que nos ayudan a concentrarnos o a hacer deporte y hasta las que nos molestan o nos crispan. Los humanos ya cantaban y bailaban alrededor de las hogueras. Esa dependencia de la música no ha variado, pero ¿cuánto hay de gusto y cuánto de ciencia en las reacciones que genera?

Almudena González Brito ha dedicado toda su vida a su pasión: el violonchelo. A tocarlo y a entenderlo. Esta profesora del Conservatorio Superior de Música de Canarias se dio cuenta hace años de que su percepción era diferente cuando tocaba música clásica y pensó que eso "tenía que reflejarse de alguna manera a nivel cerebral". Su curiosidad la llevó a hacer una tesis -codirigida por los departamentos de Historia del Arte y el de Fisiología de la Universidad de La Laguna (ULL)- que se centró en el papel de este instrumento en la música contemporánea desde las perspectivas de la historia del arte y de la neurofisiología.

La principal conclusión de su trabajo fue que "el reflejo de las respuestas cerebrales cambia con los diferentes estilos musicales" y que esos cambios tienen una especial incidencia con "la llegada de los nuevos caminos sonoros del siglo XX". Ese siglo fue una época de experimentación, que rompió con los patrones rítmicos establecidos hasta entonces, y eso explica -en parte- que se trate de una música con menos aceptación popular. Es decir, el gusto es libre, pero la ciencia y la "cultura" tienen algo que decir en nuestras elecciones.

"Sabemos que la música basada en la tonalidad tiende a promover el sistema de recompensa; ocurre con aquellas cosas que nos dan un cierto placer, como mirar el móvil", explica. Y pone ejemplos. "Mucha gente escucha reggaeton porque tiene unos patrones rítmicos muy repetidos, eso hace que te acostumbres y te dé cierta satisfacción, porque es totalmente predecible". Pero este comportamiento se repite en otros estilos musicales. "Ocurre en la música barroca, en la música romántica o del siglo XVIII". También en el jazz, un género que, "aunque no es tan repetitivo, también mantiene patrones rítmicos", señala.

"Muchas veces hay una cierta tendencia a creer que la música que escuchamos comúnmente está muy alejada de la música clásica o académica, y, sin embargo, son gemelos idénticos". De hecho, "toda la historia de la música, desde la barroca, está más cercana al pop y al rock que lo que hacen los compositores en el siglo XX".

La idea que impulsó la tesis de González también hizo que se pusiera en marcha un grupo de investigación en la ULL en el que participan músicos y neurocientíficos. "No me consta que haya otro en España en el que participen músicos", dice.

El impacto de la música en el ser humano es conocido. Investigaciones recientes han demostrado que puede tener efectos beneficiosos como complemento a los tratamientos de determinadas enfermedades, desde las neurodegenerativas -alzhéimer o pákinson- hasta las oncológicas. Almudena señala que hay que avanzar en muchos aspectos, como, por ejemplo, en el estudio del efecto de los distintos estilos musicales.

González y sus compañeros están realizando un experimento, al que aún le falta recorrido, que consiste en hacer resonancias magnéticas y análisis de señales tanto a intérpretes profesionales en audición como a personas con conocimientos y sin ellos para ver qué parte del cerebro se activa y cómo. Es pronto para sacar conclusiones, pero ya se observa que a nivel cerebral "presentan diferencias significativas", advierte.

"Cuando investigamos no podemos ver si a alguien le gusta o no la música, pero sí detectamos que hay cambios en la respuesta cerebral. Es bastante interesante, pero queda muchísimo por investigar, porque los estilos musicales no han sido analizados por separado".

Hasta ahora, los seres humanos hemos hecho "autoterapia" con la música, pero es posible que en el futuro los expertos afinen estos tratamientos. "La música es como una pastilla".

La vigesimosexta edición de la Universidad de Verano de Adeje, organizada entre la corporación del sur de la Isla y la Universidad de La Laguna, comenzó el 20 de julio con un repunte de matrícula.

La veterana periodista de Radio Televisión Española Paloma del Río fue la encargada de dar lectura a la ponencia inaugural.

La periodista, al inicio de su intervención, hizo referencia a los deportes femeninos y poco conocidos, que han sido siempre su pasión. "El sexismo y la invisibilidad son dos sesgos que deberían desaparecer del deporte", explicó. "Los responsables de esta situación somos todos, desde los medios a los responsables políticos y empresas".

Las personas interesadas en acudir a alguno de los cursos pueden inscribirse en la web www.adeje.es/uva y, de manera presencial, en el Centro Cultural de Adeje o en el Vicerrectorado de Relaciones con la Sociedad. El curso cuesta 25 euros sin transporte y 30 euros con el desplazamiento desde el área metropolitana de Tenerife hasta Adeje.

Curso en la Universidad de Verano de Adeje

Las recientes investigaciones científicas sobre la estrecha relación entre música y cerebro estarán presentes en la Universidad de Verano de Adeje (UVA) 2018 a través del curso "La música desde la Biofísica y la Neuropsicofisiología: cerebro, pedagogía y contexto socio-cultura", que tendrá lugar entre hoy y el miércoles en el Centro Cultural de Adeje de 9:00 a 14:00 horas. Dirigido a estudiantes, profesionales y personas interesadas en áreas tan diversas como Historia del Arte, Psicología, Música, Pedagogía, Biología o Ciencias de la Salud, este seminario explicará qué influencia tiene la música sobre los distintos aspectos de la actividad humana, tanto desde un punto de vista individual como social. También se hablará, entre otros asuntos, de aplicaciones como la musicoterapia en el tratamiento de distintas disfunciones nerviosas. La formación está coordinada por el catedrático de Fisiología y Biofísica y profesor del Departamento de Ciencias Médicas Básicas de la Universidad de La Laguna Julián Jesús González González.