La vuelta a las clases cambió ayer los hábitos no solo de muchos pequeños, sino de familias al completo. Y es que los esfuerzos estivales para la conciliación laboral, el encaje de bolillos que tendrá que realizarse a partir de ahora en el cronograma diario de muchas casas, los esfuerzos para sobrellevar los gastos escolares... hacen que el retorno a las aulas sea algo más allá de un feliz recuentro con los amigos y con el olor a nuevo de los libros. Y si no que se lo pregunten a los padres...

EL DÍA trató de comprobarlo a primera hora de ayer. Y no, el resultado no se desvió ni un ápice de lo esperado. Pasadas las 8:00 horas, el entorno del colegio Máyex, en pleno casco histórico lagunero, conservaba su condición estival de calle poco concurrida. Pero a medida que se aproximaba la primera llamada a clase del curso, la cosa cambió. "Es que voy con un poco de prisa", se justificaban varios progenitores al ser abordados por este periódico. Y en más de un caso era evidente que no se trataba de una excusa, sino que este 10 de septiembre había acelerado inexorablemente su rutina (al menos hasta navidades).

Ignacio Pérez no era de los peor que lo llevaban. Llegó temprano con uno de sus hijos y afrontaba la situación con ilusión. "Había ganas de volver a las clases tanto por nosotros como por ellos, porque el verano se acaba y ya le toca empezar a coger el ritmo", afirmó. "Se hace largo y hay que tirar de las abuelas para compatibilizar", respondía al ser preguntado por la solución a las vacaciones.

Cuesta esa conciliación entre las ocupaciones diarias y el cuidado de los hijos, pero también afrontar el coste de los libros y otros gastos aparejados a la vuelta al "cole" (uniformes, comedor...). Lo dice Ignacio, que tiene dos niños, y coincide en lo mismo María del Carmen Rodríguez. "La doble paga debería ser en septiembre", bromeó. "Se hace muy complicado: cada niño son unos 600 o 700 euros", explicó esta madre, que reconoció que deseaba que llegara este momento. ¿Y le ha costado mucho cuadrar los horarios durante el verano? "En mi caso, no, porque los abuelos siempre echan una mano y podemos compaginarlo, pero sí sé que hay otros padres para los que es muy difícil y tienen que buscar campamentos", indicó.

"Igual suena a tópico, pero los padres la verdad es que un poco sí, pero también por ellos, porque al final tienen muchas ganas de ver a los amigos". Es lo que respondió sobre el deseo de volver Juan Manuel Sánchez, que ha podido resolver el verano, apuntó, gracias a que su mujer tiene la posibilidad de cuidar a los hijos. "Pero puedo entender a la gente que trabajan los dos y tienen que buscar un campamento...", respondió, y se pronunció en los mismos términos que el resto de progenitores a la hora de analizar los gastos que vienen. "Los libros son 345 euros", ejemplificó.

El caso de Ana Díaz, en cambio, refleja que las dificultades para poder atender a los pequeños no se circunscriben al estío. En su familia recurrieron a un campamento, pero ahora tienen que intentar conseguir de nuevo que todos los horarios cuadren. Tarea complicada. "Uno sale a las 12:00 y el otro, a las 14:00, y hay que pedir el turno de tarde para poder conciliar. Es casi más difícil ahora que antes", añade esta madre, que también agradece el regreso.

Ignacio

Pérez

María del Carmen Rodríguez

Juan Manuel Sánchez