¿Imagina permanecer dentro de su vivienda durante una semana porque no puede acceder a la salida? Eso es justamente lo que le ocurre a Heliodora Ramírez Núñez, una vecina de Santa Cruz, que además, está superando su tercer cáncer mientras se enfrenta una discapacidad del 71% que le acompaña prácticamente desde que nació.

Siempre ha tenido dificultades para salir a la calle. Vive en el entresuelo de un edificio capitalino al que no llega el ascensor. "Debo bajar 23 escalones para poder llegar a la calle, ya que mi plaza de aparcamiento se encuentra en la parte baja del edificio", explica Ramírez. Un trabajo que cada día se le hace más pesado y que ya le es imposible realizar sin la ayuda conjunta de su hija y su marido.

"Ahora ella está realizando un curso y él trabaja, así que yo sola no puedo salir ni a tomar el aire", narra la afectada. Por su discapacidad, que ha tenido toda la vida, pero que se ha acrecentado con los años, debe andar con una muleta permanentemente en el brazo derecho.

Y es que, con tan solo un año de edad, sufrió una poliomielitis, una enfermedad infecciosa que atacó su sistema nervioso provocándole una incapacidad total para caminar. Durante 8 años permaneció en rehabilitación en San Juan de Dios, lo que le permitió volver a andar, aunque de forma precaria, ya que su pierna derecha "no tiene fuerza".

Estuvo 26 años trabajando con la ONCE, "vendiendo boletos", como narra la afectada. Pero hace 7 años le diagnosticaron cáncer de mama. Heliodora consiguió superarlo después de que le retiraran los ganglios linfáticos del brazo izquierdo. "En ese momento me dieron la incapacidad absoluta y me jubilaron", explica. Pero su historia no acabó aquí, ni mucho menos. Un año y medio después, el cáncer hizo metástasis. "Me llegó a la cabeza", explica. Y de nuevo, pudo superarlo gracias a su espíritu luchador.

En junio de este año, le detectaron un nuevo tumor, esta vez en el pecho derecho, lado en el que se apoya con la muleta para andar.

"En junio me quitaron los ganglios linfáticos de esta zona, con lo que me duele muchísimo apoyarme para caminar", explica mostrando la herida reciente. También muestra un tipo de media que debe llevar en ambos brazos para no hacerse daño.

De hecho, en estos momentos, y a recomendación del facultativo, no debería moverse con la muleta sino en silla de ruedas. Sin embargo, la cantidad de obstáculos entre los que vive, le hacen imposible hacerlo de otra manera.

La mujer recuerda que, en el momento en el que le diagnosticaron su tercer tumor residía en otra vivienda, situada en el barrio de Ofra. "Era un dúplex y tenía que ir al baño en un sanitario portátil porque no podía subir a la planta donde estaba el lavabo", recuerda su hija. "Me lavaba con una palangana", añade Heliodora. Por esta razón, volver a esa casa, donde ahora además viven su hermana y sus sobrinos, no es viable.

Heliodora, desde mayo de 2017, ha solicitado a sus vecinos colocar una puerta de ascensor en su planta o adquirir una silla salvaescaleras para hacerle la vida más fácil. Sin embargo, como argumenta, a estas alturas, aún no ha visto ningún movimiento por parte de su comunidad. Sus vecinos le han pedido esperar a finales de año, momento en el que le han asegurado que acometerán una reforma en la que se escuchará su petición.

Sin embargo, los días siguen corriendo y el día a día de Heliodora se hace cada vez más complicado. "He acudido al Ayuntamiento de Santa Cruz, Simpromi, las asistentas sociales de la Calle Bélgica, al Cabildo, a la Asociación Española Contra el Cáncer y a la Consejería de Políticas Sociales, pero nadie me ofrece una solución".