Se han visto en vías, playas, monte y múltiples rincones de Canarias desde hace muchas décadas, pero cada vez son más y la tendencia no parece declinar. Al contrario. Las autocaravanas y, en menor medida, caravanas o remolques se han convertido en una forma más de viajar y pasarse vacaciones entre los canarios, lo que ha aumentado los viajes entre Islas (y más con la ampliación de los descuentos). No obstante, este fenómeno se enmarca en uno más global, en una Europa con cifras que asombran y con cada vez más viajes a las Islas de europeos o peninsulares.

Esta situación ha desatado dos reacciones en el Parlamento canario recientemente: que el PP ha presentado una propuesta para fomentar este tipo de turismo interior y también para atraer a las Islas a más amantes de este modo casi de vida de España y otros países, aparte de habilitar más zonas específicas, mientras que el resto de grupos abogan por realizar antes un diagnóstico de la situación actual para que haya una regularización adecuada, se eviten las consecuencias negativas que ya existen, no se agrande la competencia desleal en el subsector del hospedaje ni se creen casi guetos poco edificantes que, encima, suponen un claro impacto visual, ambiental y una distorsión de bellos paisajes.

El presidente de la Asociación de Caravanas de Tenerife (Acat), Gabriel Zamora, no ve mal que se regule esta actividad, aunque no comparte que se creen zonas específicas para dejar las autocaravanas y demás con muchas restricciones. A su juicio, basta con cumplir las normas para aparcar e impedir que el vehículo se convierta en una casa permanente al incorporarle toldos y otros elementos en lugares en los que casi se vive, lo que achaca a la presión de los precios de los alquileres para los trabajadores en ciertas zonas o islas, como las más orientales.

Pese a esto, tiene claro que se trata de un fenómeno imparable y que cada vez habrá más vehículos en las Islas, vendrán más turistas de fuera y lo mismo a escala global. De hecho, remarca que en Francia (gran exponente) y Alemania hay unas 600.000, con cada vez más jubilados y un alquiler en auge.

Según sus cálculos, en Canarias la cifra es mucho más modesta, con unas 15.000 caravanas de distinto tipo, aunque no se incluyen las también más que crecientes furgonetas reconvertidas, para lo que se necesita un peritaje oficial. De ellas, unas 9.000 se sitúan en Gran Canaria, que siempre ha sido el referente isleño en este ámbito por poseer más zonas para dejarlas y, sobre todo, por contar con más lugares donde limpiar las aguas negras. De hecho, en Tenerife solo se dispone de un sitio así en la gasolinera de Arico de la autopista y en sentido sur, mientras que en Lanzarote ya hay 5 impulsados por el Cabildo. Este dato lanzaroteño obedece al éxito de estas prácticas en esta isla y Fuerteventura, mientras que es mucho más débil en El Hierro y La Gomera.

Acat tiene ahora unos 550 socios y su presidente ha ido constatando un incremento notable de las ventas y compras de estos vehículos en las Islas, con el consiguiente aumento de los precios. Esto ha hecho que una autocaravana media de unos 15 a 20 años de antigüedad esté en torno a los 15.000 euros, las de 10 años pueden costar entre 30.000 y 35.000 y nuevas cada vez más, con casos en su entidad de hasta 200.000.

Según subraya, no solo no se debe despreciar este turismo, sino fomentarlo. De hecho, cree que seguirá creciendo la salida de isleños hacia Europa, viajes en los que se gastan unos 1.500 euros en el barco, una media de 300 euros diarios en combustible y comidas y un mínimo de 5.000 euros en trayectos que suelen durar un mes y que ya cuentan con ofertas organizadas hasta lugares remotos, como Rusia u Oriente.