Las personas que sufren apnea, tienen un peligro inherente, dejan de respirar en el momento en el que están menos alerta: cuando duermen. Si tienen la suerte de dormir junto a otra persona, quizás esta le pueda advertir de esta pérdida de aire, con lo que podrán acudir a su neumólogo rápidamente. Si duermen solos, probablemente les sea más difícil saber que están soñando sin respirar.

Esta la razón principal por la que, según la Asociación Española del Sueño (Asenarco), se estima que hasta un 80% de las personas que sufren apnea, no lo saben. De hecho, antiguamente, como recuerda José María Montes de Oca, odontólogo de THIS, "se daban muchos infartos durmiendo". "Morían de una crisis de apnea que les dejaban sin poder respirar", explica el dentista.

Esta patología suele ser más común con la edad, ya que la tensión muscular tiende a descender cuando somos mayores, un problema que se nota especialmente durante las horas de descanso. En este sentido, la respiración depende de los músculos que controlan la mandíbula, la lengua y el paladar, órganos y huesos encargados de mantener abierta la vía respiratoria. Cuando estos músculos se relajan, la mandíbula cae y la lengua retrocede, estrechando u obstruyendo la vía aérea y produciendo las dificultades respiratorias, que pueden convertirse en ronquidos, apneas o un compendio de ambos.

En sus formas más leves, la apnea es prácticamente asintomática y muchas veces se puede corregir con una simple férula que "mantiene la mandíbula adelantada unos milímetros". Montes de Oca afirma que, de esta manera, también se evitan los ronquidos, con lo que contribuye a la mejora de la calidad de vida de la persona. Además, según el odontólogo, es la "alternativa más cómoda", ya que se puede usar durante muchos años ajustando las medidas cuando sea necesario.

En estadíos más graves de la apnea, el paciente padece una falta de oxígeno durante el sueño que le impide beneficiarse de un sueño reparador y en muchas ocasiones, se levanta más cansado. De hecho, esta sensación es la que puede ayudar al médico a diagnosticar esta enfermedad. Los dentistas, además, suelen fijarse en el estado "del paladar y en el macizo facial" porque los ronquidos dependen mucho de ello, y su aparición apareja una alta probabilidad de sufrir apnea.

Para ellos, es necesario un tratamiento más "invasivo" que consiste en una máquina que insufla aire llamado CPAP. Su mecanismo pasa por insuflar continuamente aire detectando cuando el paciente espira y cuando inspira gracias a un microprocesador programado para esta tarea.

En Canarias, según datos de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, en el año 2014, había 9.289 pacientes beneficiándose de este tratamiento, 4.023 en la isla de Tenerife. A pesar de los beneficios del CPAP, el tratamiento se configura como "engorroso" y obliga a "dormir con mascarilla", cosa que muchos pacientes no toleran.

El último recurso de los médicos es una intervención quirúrgica del maxilofacial del paciente, para lograr "adelantar" la zona de la nasofaringe. Esta solución resuelve totalmente el problema en la mayoría de casos, pero hay algunos pacientes que pueden quedar exentos de esta mejora.