La empresa Canary Islands Wigs (Ciwigs) quiere conectar las dos capitales canarias en media hora a través de sus puertos utilizando naves de vuelo rasante. Estos ingenios que parecen aviones aunque desde el punto de vista legal son barcos hacen uso del denominado ''efecto suelo'' para desplazarse a velocidades cercanas a los 200 kilómetros por hora sin tocar el mar durante el desplazamiento. Para ello aprovechan la interacción dinámica que se genera entre sus alas y la superficie del agua formando una especie de colchón de aire.

El primer aparato llegará a las Islas durante el verano del próximo año para realizar una prueba piloto autorizada por la Dirección General de la Marina Mercante antes de comenzar las operaciones regulares. La compañía que promueve esta iniciativa prevé arrancar su explotación comercial en torno a junio de 2021, una vez haya logrado superar todos los trámites legales necesarios para su puesta en marcha.

"La primera ruta del mundo con naves de vuelo rasante se inaugura en Corea este año y esperamos que la segunda sea en Canarias", explica el administrador de Ciwigs, Gerardo Morales Hierro. De hecho, los dispositivos que confían en traer al Archipiélago son de factura coreana y pertenecen a la firma Aron, que ha desarrollado el primer prototipo comercial de estos barcos voladores apto para el transporte de pasajeros y espera comenzar a explotarlo este mismo año entre las localidades de Pohang y Ulleung, en el estado asiático.

Canary Islands Wigs ha encargado cuatro unidades de su modelo M80 para las operaciones entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, cada una con capacidad para ocho pasajeros -dos de ellos tripulantes- y un motor de 750 caballos. En sus desplazamientos pueden alcanzar una autonomía de hasta 650 kilómetros gracias a un uso mucho más eficaz del combustible que un helicóptero o un buque, de acuerdo con sus fabricantes.

La compañía espera operar cerca de 40 trayectos diarios en cada sentido -con una nueva salida cada 20 minutos- entre los dos principales puertos del Archipiélago, siempre en horario diurno. En los meses de invierno, las naves de Ciwigs tienen previsto funcionar entre las 7:00 y las 18:30 horas y en los de verano, entre las 7:00 y las 20:00 horas. Aunque los precios aún no están cerrados, los billetes costarán unos 50 euros para residentes canarios en trayectos de ida y vuelta, de acuerdo con Morales Hierro.

Las naves de vuelo rasante no requieren de más infraestructura portuaria que cualquier barco convencional, ya que pueden atracar en pantalanes. Son capaces de levantarse en una superficie de 500 metros y pueden evitar los días de temporal elevándose hasta 100 metros sobre el nivel del mar. En caso de que tengan algún fallo de motor vuelven a la superficie planeando y según sus fabricantes cuentan con un diseño de triple casco que impide la posibilidad de un vuelco.

El principal escollo para su puesta en marcha es regulatorio, añade Morales Hierro. La Organización Marítima Internacional publicó en 2002 sus primeras instrucciones acerca de estos aparatos y las volvió a actualizar el año pasado, aunque aún no existe una normativa estatal que adapte las directrices de la OMI al marco legal español.

Desde finales de 2017, un grupo de trabajo compuesto por expertos relacionados con la Marina Mercante, la OMI, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial y la propia Canary Islands Wigs han elaborado una propuesta de normativa estatal. El documento fue presentado ayer al director general de la Marina Mercante, Benito Núñez Quintanilla, y al vicepresidente y consejero de Transportes del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez, y ahora deberá arrancar un trámite legislativo en Madrid.

De la Unión Soviética a Canarias

La tecnología con la que funcionan estos barcos que parecen aviones viene de la extinta Unión Soviética, donde eran conocidos como ekranoplanos. Fue en la URSS donde se construyeron los primeros prototipos, que fueron inmediatamente destinados al uso militar. El más conocido de todos ellos fue el denominado Monstruo del mar Caspio, que llegaba a medir 106 metros de longitud y 42 de envergadura, aunque los ingenieros soviéticos desarrollaron otros modelos con distintas características. Los nuevos modelos desarrollados en Corea del Sur responden al mismo principio físico, aunque han adaptado las dimensiones de las naves y sus prestaciones a los requerimientos actuales.