Enrique Camacho (Santa Cruz de Tenerife, 1983) es el director más joven de la gala del Carnaval. "Hijo artístico" de Jaime Azpilicueta, hace examen de conciencia en el día después de la gala y defiende el protagonismo de los grupos frente al sello del director en una obertura.

¿La gala del miércoles fue la gala de sus sueños?

No, es una gala que no ha salido del todo mal gracias al trabajo de los grupos. Hay cosas que pulir.

¿Haría la gala de 2017?

Como todos los momentos bonitos, uno siempre quiere repetirlos; los comentarios que me llegan son buenos. También habrá alguno malo. Me gustaría repetir.

¿Con qué se queda de la gala?

No me puedo quedar con un momento; el trabajo con los grupos ha sido muy especial con las diferentes modalidades. Ha sido un trabajo conjunto muy bonito. ¿Momentos especiales? La aparición del Tajaraste. Tocó la fibra.

¿La gala tuvo dos partes?

No y sí. La gala siempre tiene dos partes: concurso y espectáculo. Intentamos hacer un cuerpo único. Hay partes que son difíciles de dotar de dinamismo. Estaba diseñada con un prólogo que situara a la gente en la época de los 80 y que el espectáculo fuera llegando a su culmen.

Con Azpilicueta se comenzaba con una obertura espectacular.

Me hubiera un prólogo más espectacular, con unos efectos especiales que por cuestiones técnicas y de presupuesto no se pudieron hacer: ET volaba o la bola de Indiana Jones salía de la pantalla. Es cierto que nunca se planteó una obertura para que fuera el momento de gran explosión. Preferimos probar otra fórmula y que viniera el peso del Carnaval. Que la gente recordara más las actuaciones conjuntas y los desfiles que una obertura. Y tenía que ser así para poner a la gente en los 80.

Nunca se vio el escenario completo, parecía una discoteca.

No era una iluminación discotequera sino teatral. En un decorado tan grande, si está iluminado constantemente, se pierde la acción. Contar con uno de los mejores iluminadores del país, como Juanjo Beloqui, se ha notado hasta en el desfile de candidatas. Los diseñadores han quedado muy contentos porque se ha realzado la puesta en escena del traje con apoyo de iluminación.

¿Qué tal los presentadores?

Estuvieron bastante bien; esta gala requiere más ensayos.

¿Se siente aborigen?

Todos sabemos que Llum no quiso decir eso y los nervios te hacen no encontrar la palabra adecuada en un momento puntual; en el recinto no hubo pitada. Todos entendieron que fue un desliz.

¿Jadel es mejor bailarín que presentador?

Jadel es un gran artista, joven y que tiene mucho que desarrollar todavía; ha sorprendido mucho.

¿Era una gala para Jadel?

Era una gala para dos presentadores que no fueran presentadores, sino que cubrieran otras funciones. No se buscaba un presentador-locutor.

¿Y Alexis Hernández?

Estuvo maravilloso. Es la voz del Carnaval hace muchos años y es una figura imprescindible.

Quedó pobre el número de las rondallas en la gala.

Tienen su concurso la próxima semana y tenían problemas para asistir en los ensayos. En general los grupos han entendido la necesidad de hacer los ensayos. ¿Quedó raro el número? El número no salió del todo bien.

¿Cuál es el principal error de la gala? ¿Qué no volvería a hacer?

No tengo un error garrafal en la cabeza, sino muchas cuestiones que perfilar y analizar.

¿Su momento gala?

Las actuaciones de las murgas y de Ana Torroja parece que fueron maravillosas. La gente me ha dicho que la gala se le ha pasado volando de principio a fin, sobre todo a partir del desfile.

Hay tres directores para tres galas. ¿Lo comparte?

Tengo mi opinión y eso lo debe decidir el ayuntamiento.