Cristo Casas (Santa Cruz, 1970) es, junto a su grupo Los Dibujos Animados, uno de los culpables del impulso que ha recibido el concurso de la Canción de la Risa, que inventó para el Carnaval Manón Marichal. El colectivo comenzó en 2014, cuando logró un segundo de Interpretación y tercero de Presentación más el Premio Público; en 2015, 1º de Interpretación y 3º de Presentación; 2016, 3º de Interpretación y 1º de Presentación; 2017, 2º de Interpretación y premio de Disfraz, y en 2018, 2º de Interpretación y 3º de Presentación. Y la noche del viernes, ¡triplete!: 1º de Interpretación y Presentación y premio del Público. Fundador de la murga infantil Berriones, en 1982, militó en Mamelones en 1985 para luego sumarse en la categoría adulta con Chinchosos, entre 1988 y 1993, y después Mamelucos (1994-1996), cuando cerró su militancia activa en murgas. En los últimos años combina su condición de director musical de Tras Con Tras y con el grupo de la Canción de la Risa.

¿Cómo decidieron salir por primera vez a la Canción de la Risa?

Empezó por la frustración de no poder sacar un proyecto de murga, que eran los Mas-Caritas. Nos quedamos un grupo de quince personas y vimos que la Canción de la Risa era una oportunidad para pasar el rato. El primer año fuimos de Dibujos Animados de los años ochenta. Nos gustó tanto el nombre y nos fue tan bien que decidimos llamarnos así.

Pero usted es más de crítica que de humor.

Sí. Es mucho más difícil hacer reír que llorar. En mi vida diaria me gusta el cachondeo, estoy vacilando todo el día. Estoy en la Canción de la Risa, pero me gusta más la crítica y me sale más fluida. Pero los ensayos son más distendidos. Tengo más tiempo para hacer reír.

¿Es más de esclavo sacar una murga que un grupo de la Canción de la Risa?

Muchísimo más. En principio, porque es un grupo más grande y tiene la dificultad de que hay que meter unos arreglos musicales: no es lo mismo a un coro de diez personas que a cincuenta personas. Tienes una fase de treinta minutos con canciones que suelen durar una media de ocho o diez minutos. Es como si montaras cuatro canciones de la risa. Nosotros trabajamos más distendidos, con menos presión, buscando lo que gusta al público.

Respecto a la aceptación popular, ¿es un concurso que va a más?

Cada vez que llega el día del concurso, la gente hace la cola antes. Este año había gente desde las seis de la mañana para adquirir su localidad en el Guimerá con su silla en la cola. Eso denota que la gente demanda entrada y que quiere participar, con el teatro lleno? ¡Qué más se puede pedir!.

¿Está llamada la Canción de la Risa a tomar el testigo a la murga?

No, son dos cosas separadas. De hecho, el precursor del formato, Manón Marichal, nunca lo ha concebido como un concurso para que compita con las murgas. Es cierto que cada vez es más parte del Carnaval; la gente te ve y sabe que eres parte del Carnaval. También ha sido una buena decisión trasladar el concurso del Viernes de Piñata, que era prácticamente cuando acababa la fiesta, y meterlo antes de que el Carnaval salga a la fiesta. Ya está en la caldera de los concursos. Ha sido fundamental.

Eso le permitirá tener actuaciones en el Carnaval.

De hecho hoy (por ayer) actuamos en el Club Náutico, algo que surgió justo al terminar el concurso. Estamos encantadísimos, porque los grupos de la Canción de la Risa ya son demandados para actuaciones en cualquier sitio.

¿Es partidario de mantenerlo en el teatro Guimerá?

No soy partidario de que el concurso salga del teatro Guimerá. Reconozco que el aforo es pequeño, pero el encanto que tiene el Guimerá no lo va a tener ningún otro sitio. Cuando tú sales y ves la cercanía de la gente, puedes distinguir las caras y ver cuándo se ríen. No lo veo en el recinto ferial. Si decidieran sacarlo del Guimerá, dependiendo de dónde lo trasladaran, participaríamos o no. El encanto del teatro es difícil encontrarlo en otro sitio; se ha hablado del Auditorio, porque tiene más aforo, pero no lo sé.

¿La Canción de la Risa suple el humor que le falta a las murgas?

Alguien lo ha dicho. Resulta más fácil. Por ser un espacio cercano, es más fácil hacer un humor de estas características. Las murgas también hacen humor, pero es un colectivo muy grande, son cincuenta personas, que tienen que hacer lo mismo. El humor de la murga debe ser de otra manera. No viene a suplirlo, es un concurso diferente, pero sí lo complementa.