En el día después de la gala, su director, Enrique Camacho (Santa Cruz, 1983), prefiere quedarse con las felicitaciones que con sus anotaciones sobre lo que habría mejorado. Muestra su espíritu autocrítico. Respecto al futuro, es comedido: siempre que tenga algo que aportar, está dispuesto.

¿Cuál es su valoración de la gala?

Estoy muy contento con la gala, sobretodo después los mensajes de la gente y los grupos, compañeros de los medios de comunicación... Lógicamente también algo lees en las redes sociales a quien que no le ha gusta, lo cual es totalmente lógico. Siempre suelo quedarme con las notas de aquello que no salió como yo quería, pero este año me voy a quedar con la parte que ha salido bien. Se ha cumplido el objetivo de contar lo que es Santa Cruz en Carnaval, que la gente vea la unión de la ciudad en torno a la fiesta. Por supuesto hay cuestiones de ritmo que hay que resolver.

Comenzó la gala con una obertura muy espectacular.

La obertura tenía un objetivo claro, que era emocionar.

Pero también llamó la atención el alarde técnico.

Era una obertura complicada, pero el objetivo era emocionar. Meter a la gente debajo del mar. Me parecía emocionante ver a toda la fauna canaria, como si estuviéramos nosotros sumergidos con las gafas y el tubo. A eso le añades el preámbulo de Alexis Hernández basado en las palabras que le nacieron en ese momento y el cierre con los grupos... tuvimos una obertura muy bonita.

¿El alto número de candidatas obliga a hacer una reflexión?

Hoy, por ejemplo, hablando de la derivación en la bajada de ritmo en la parte final de los desfiles, hay quien me ha dicho que no me traumatice porque esto es así en la gala. A lo mejor, quien no quiere ver tanta reina tiene que ver otra cosa; no nos engañemos. Pero, al margen de eso, sí requiere una reflexión sobre cómo afrontar la presentación de los trajes.

Igual que las murgas tienen fases previas, ¿cabe esa fórmula?

Ha llegado el momento de crear una mesa de trabajo donde estemos organizadores, grupos, medios de comunicación... y opinemos y saquemos conclusiones para ver qué gala queremos. Hablamos mucho de innovar y de dar pasos hacia adelante, pero a lo mejor resulta que queremos tener esta gala tal cual la tenemos ahora.

Ya intentó un cambio de formato en estos cuatro años.

Exacto. También la noche del miércoles dos diseñadores me dijeron que tenía razón con el giratorio que defendí y que se suprimió. Los directores no estamos aquí para fastidiar a nadie, sino para intentar dar un poco de coherencia. Los desfiles fueron muy irregulares porque cada uno hacía lo que quería en sus tres minutos y medio. Lógicamente, la uniformidad de un desfile de otros años no la tuvimos esta edición. Es otra manera de lucir el traje, igualmente válida.

¿En algún momento vio que la gala se le iba de la mano o que se ralentizaba?

Que se iba de mis manos, no. Ya lo vimos en el ensayo general, la pérdida de ritmo se iba sintiendo y jugamos a equilibrar los tiempos y los ritmos para volver a despertarnos, como quien dice. La gala no se fue nunca de control, pero sí es cierto que hay una onda, igual que ocurre en cualquier espectáculo: hay un nudo para concluir arriba con un desenlace.

Recuperó el ritmo, después del desfile, con los números conjuntos de comparsas y murgas, y la actuación de los cantantes.

Se empieza a levantar al término de los desfiles de las candidatas porque entramos en una etapa de espectáculo que llega con variedad, que va en progresión.

¿Cuál es el peor enemigo de la gala, compararla con la anterior?

Sí. Es inevitable, pero por otra parte es necesario saber que cada gala tiene su peculiaridad. Esta gala no es peor ni mejor que la anterior, es diferente. Es otra.

Pero la comparación es inevitable...

A la hora de la verdad, se trata de que con los recursos, la temática y las posibilidades que tenemos hagamos la mejor gala posible.

De sus cuatro galas, ¿esta es la más que le ha gustado?

Cada una de mis cuatro galas tiene una cosa que cogería para armar la que a mí me gustaría.

¿Por ejemplo?

De esta gala, a lo mejor, cogería lo que significaban todas las actuaciones: esa unión entre los grupos; de la gala anterior, las posibilidades de desarrollo artístico, y de las galas del Caribe y los años 80, el hilo conductor. Se aproxima a mi ideal. Es necesario que el jurado elija a las finalistas y a partir de ahí, el público vote a la reina y su corte de honor.

Tendría que quitar actuaciones para tener tiempo para votar.

No necesariamente, pero igual hay actuaciones que valorar. Es fundamental que la gala represente lo que queremos que sea.

¿Está claro la gala que se quiere?

Hay quien quiere una gala para fuera, otros más local; hay quien dice que la gala es pesada porque están todos los grupos, otros que dicen que no tienen que estar todos... Nunca vamos a estar conformes. La decisión la tenemos que tomar entre todos, aunque nunca va a llover a gusto de todos.

¿Y de cara a 2020? ¿Su motivo favorito?

Hay un motivo que es el que me hubiera gustado que saliera este año. Pero lo dejamos ahí y no digo cuál es y que salga el que tenga que salir y que en 2020 tengamos el mejor Carnaval posible.

¿Preparado para repetir al frente de la dirección?

Lo que digo siempre: mientras tenga algo que aportar, estaré encantado de aportarlo.