Cuatro amigos de la localidad palmera de San Andrés y Sauces se reunieron en 1971, fueron a una carpintería, cogieron unas chapas, hicieron un cajón, lo pintaron de negro y se echaron a la calle simulando un duelo en pleno franquismo, acompañados por una banda que tocaba una marcha "marchosa", cuenta Juan Francisco Ortega Rodríguez, uno de los pioneros. La comitiva puso rumbo al cementerio, con unas viudas detrás. Fue el inicio del "jaleo", como recuerda Juan Francisco, iniciador del Entierro de la Sardina de San Andrés y Sauces junto a Manuel Rodríguez Medina, José Fernández Duque y Javier Rodríguez Medina.

La archivera municipal, Belén Lorenzo, también instructora del expediente que permitió que el pasado diciembre el Entierro fuera declarado Fiesta de Interés Turístico de Canarias, asegura que hay testimonios contradictorios sobre si existió alguna otra representación similar en la década de los setenta. Pero acredita, y aporta fotografía, que desde 1981 se retomó el Entierro de la Sardina. "Cuando pasamos por delante de la iglesia -no ya porque fuera la iglesia, sino porque había mucha gente sentada en las escalinatas-, me dio vergüenza, porque íbamos caminando muy despacio. Entonces, le comenté a los otros tres amigos: vamos a salir de esto como sea, y nos pusimos a movernos de un lado para el otro. Cuanto más gustaba a la gente, más nos movíamos. Así hemos escapado hasta la fecha", cuenta con humor. A sus 64 años dice: "ya no estoy para eso. Lo dejo para los jóvenes", sentencia. "Antes medía tres metros y era más fácil de transportar; ahora necesita más gente", dice.

Belén Lorenzo precisa que las señas de identidad esgrimidas para que el Entierro de San Andrés y Sauces celebrara el pasado sábado la primera edición como Fiesta de Interés Turístico de Canarias es el tamaño del pescado y su característico baile. La sardina de los últimos tres años ha medido doce metros de largo -hasta entonces rondaba los 9 o 10 metros-, no va soportada sobre plataforma, sino que la bailan a hombros medio centenar de cargadores, que se reparten un peso de unos 20 kilos cada uno.

Francisco Paz, alcalde de San Andrés y Sauces, antes de político cargador de la sardina desde 1995, calcula que pesa unos mil kilos, y el palanquín se lleva a hombros por casi un kilómetro. Belén Lorenzo recuerda que la estructura es de madera, lo que la hace más pesada, y lleva pirotecnia. Cada año se elige un lema para disfrazarla; este año fue el cabaret.

En el calendario carnavalero de San Andrés y Sauces, el Entierro es el acto más destacado; se celebra diez días después del miércoles de ceniza. Tanto el alcalde como Belén Lorenzo destacan que el Domingo de Piñata -domingo anterior al entierro de la sardina- se celebra la Boda de los sesenta, otra cita que ha ido ganando peso en el calendario.

La sardina se saca a las once de la mañana del taller municipal para trasladarla a la plaza de Montserrat con un pasacalle, que este año se llamó Cabalgata anunciadora. A las 21:30 horas, desde la plaza del Polideportivo, sale a hombros por las calles del pueblo hasta la plaza de Montserrat, donde se quema, acompañada por la charanga El Desastre. "No se puede definir con palabras, hay que vivir el entierro", destaca el alcalde.