A ESTAS ALTURAS el pueblo canario sabe lo que ocurrió con sus antepasados los guanches. Conoce la masacre que sufrieron nuestros ancestros. Está al tanto de la explotación de nuestras riquezas, saqueadas durante seis siglos por los invasores españoles a través de sus oficinas de Hacienda. Es consciente de que Marruecos puede anexionarnos de la noche a la mañana, ya que estamos en sus aguas. Todo esto, insistimos, pertenece a la conciencia de los votantes canarios. ¿Cómo es posible, entonces, que tres representantes del nacionalismo oficial canario en Madrid, tres políticos elegidos por el pueblo como son doña Ana Oramas, don José Luis Perestelo y don el otro, no hayan forzado ya la negociación de un Estatuto de transición que nos lleve desde esta ignominiosa situación de colonia al estatus de nación soberana con Estado propio? Porque Canarias, lo repetimos una vez más, es una colonia descarada por mucho que la Constitución española la disfrace de comunidad autónoma. Una colonia como las antillanas, las caribeñas, las de Polinesia y cualesquiera otras bajo la dominación del país que sea.

¿Cómo es posible que CC siga hablando de reformar un Estatuto -el actual- que le ilusiona? ¿Por qué somos políticamente tan estúpidos los canarios? Hasta hoy, y sin ser exhaustivos, sólo salvamos a tres o cuatro miembros del nacionalismo oficial, al menos en esta provincia occidental, del calificativo de idiotas políticos. Podemos citar a Paulino Rivero, Ricardo Melchior, Miguel Zerolo, algunos alcaldes y pocos más. La gran mayoría mantiene posturas de tibieza, de inservible teoría o de manifiesta picardía, pues sólo les interesa llenar sus bolsillos; lo de siempre.

Por decir estas verdades, por decir que todo este desastre se arreglaría con una nueva estructura y organización política sustentada en una nación soberana, nos descalifican y hasta amenazan con denunciarnos los amantes de la españolidad. No soportan que le recordemos a los ciudadanos, entre otras cosas, que el Gobierno de España está obligado a liberar Canarias como mucho antes del 31 de diciembre de 2010, según la resolución 1.514 del Comité de Descolonización de los Pueblos de la ONU. En concreto, no lo soporta determinado letrado y político amante de la españolidad de una tierra que no es española. Hace bien en tener los amores que quiera, pero no le admitimos que haya insultado flagrantemente a José Rodríguez. Y que lo haya hecho sólo para justificarse como político necesario, cuando en su faceta de hombre público es una absoluta calamidad. En los juzgados nos veremos y muchas cosas saldrán a relucir. Allá cada cual con sus problemas.

A nosotros lo que nos importa es la independencia de estas Islas. La independencia es lo único que nos puede salvar del paro y de la crisis económica de la que el Gobierno de Zapatero es incapaz de sacarnos. Al contrario, cada día nos hunde más. Según leemos en una noticia de EL DÍA, la independencia de Cataluña está al caer. Aunque no conocemos las razones históricas, lamentaríamos que ocurriese tal cosa porque supondría una mordida en el mapa de España, a la que se añadirían otras dos: la del País Vasco y la de Galicia. La situación de esas regiones no es comparable a la de Canarias, pues para ellas no hay 2010 que valga. De todas formas, nadie puede negarles el derecho a independizarse, si es eso lo que desean.