COMIENZA un nuevo año, y como siempre, escucho la misa desde El Vaticano, el Concierto en Viena, y veo los deportes de nieve, mientras recuerdo con nostalgia hechos comunes del pasado, como la mejor tarta del mundo, la "Asunción", de López Echeto, con la que mi hermano el mayor nos obsequiaba el día de Nochebuena, y que yo correspoondía el día primero de año con una botella de whisky "Dimple".

El concierto de Año Nuevo me ha causado sensación y mucho optimismo. Ha sido, sin lugar a dudas, el mejor de los últimos años, y ha cumplido 70 ó 71 ediciones. Fue un verdadero deleite la dirección orquestal del gran maestro George Prêtre, elegante, natural, simpático... Un gustazo ver a este genial artista de más de 85 años. La retransmisión fue también un ejemplo de buen gusto, donde los cálidos momentos musicales coincidieron con los bailes en la pinacoteca, donde una pareja se movía como los ángeles ante el hermoso cuadro "Dánae recibiendo la lluvia de oro", de Tiziano, o el dulce instante viendo a los artesanos pasteleros trabajando el chocolate, y nada digamos de los bellos paisajes por los que navega el río Danubio. Un deleite de sincronización música-paisaje, que espero volver a disfrutar, y que me ha insuflado optimismo.

Tengo grandes esperanzas para el nuevo año. Ilusión de resultados deportivos: que España pueda ganar el mundial de fútbol, que Nadal vuelva por sus fueros, que Contador consiga su tercer Tour, que Alonso repita éxitos con su nuevo equipo, y que Gasol siga cosechando trofeos. Confío en que los deportes, en general, darán muchas alegrías a nuestro país. Pero la realidad es que España sigue en los primeros puestos de Europa de miseria y paro. ¿Tendremos la misma suerte en economía? Mi deseo es que sí, y entiendo que una buena solución sea que prospere una moción de censura contra este gobierno.

Nuevas elecciones es lo que pido al 2010. Que Rajoy gane con holgura para no depender de los nacionalistas, porque es duro comprobar cómo día a día se deteriora esta nación, y cómo el pueblo está a punto de explotar. Estoy harto de mentiras, engaños e imposiciones. Dentro de poco no podremos salir a la calle porque nos prohibirán respirar. No merecemos que este mal dure cien años, el cuerpo ya no lo resiste.

Aunque uno intente ser optimista, siguen publicándose malas noticias: más impuestos, vuelven a subir los productos de primera necesidad, no aumentan los salarios, los políticos no se rebajan los suyos... En tres meses no habrá dinero para atender las nóminas, y tengo la corazonada de que será el momento en que la crisis amaine por la caída estrepitosa de Zapatero. Un nuevo gobierno sería un gran revulsivo en la sociedad, perdería temor el inversor, el paro remontaría lentamente, la congelación y reducción de excesivos salarios contendría el gasto público, se podrán controlar los precios, habrá ayudas para la pequeña y mediana empresa, se eliminarán ministerios inútiles, se controlará el dispendio de las autonomías... La economía se relanzará, y esto no es voluntarismo, es realismo, porque no podemos de ningún modo caer más bajo. 2009 ha sido un año nefasto, que debe olvidarse bien pronto.

Si nada de lo dicho se produce y mis augurios no se cumplen, pasaré a la ofensiva. Como dice mi entrañable amigo Pancho Ayala, "da más caña", pero no será caña, serán cañonazos.